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El tiempo: el mejor recurso

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Fecha Publicación: 10/02/2023 - 21:50
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Apostado puntualmente al pie de la ventanilla, el funcionario sin el mínimo gesto cordialidad, incordia con la manida frase: “Falta una firma, regrese mañana” - “Pero… es que…” Sin siquiera mirar, añade: “el siguiente”. El “vuelva”, el “falta un documento” son expresiones que por su reiteración pueden sonar a triviales o inocuas. Sin embargo, no es así, más bien son frases inicuas que afectan a un bien y recurso de las personas: su tiempo que, en este caso, es consumido como la sanguijuela se apropia de la sangre. Ese tiempo perdido no se recupera ni aún regresando al día siguiente.

Si bien el tiempo corre sin que uno lo pueda detener, cada ser humano es idóneo para administrarlo y sistematizar su uso sobre la base de sus necesidades, intereses y fines. Esta potestad enfatiza la libertad de la persona. No es que el tiempo me viva, de modo que, sin mí, consuma mi existencia; es que yo vivo en aquel y, como sujeto protagonista, me cabe la tarea de definir qué hago con el tiempo que me es dado.
El tiempo es un talento que rendirá, sólo si se tiene definido el proyecto vital. Sin una finalidad, el hombre abarata el valor de su tiempo. Por eso la frase: no tengo tiempo, no es válida, es imposible concebir el tiempo como ausente; sin embargo, es consistente con la carencia de una finalidad que dé sentido a los actos y acciones que el ser humano opera en los segmentos de su tiempo. Los movimientos del hombre son realizaciones –en el tiempo– de proyectos, es decir, de sus pensamientos (Melendo, 2001) de su voluntad y libertad.

Según su valoración, el tiempo puede ser: a) Cíclico. Así lo entienden aquellos que tienden a dar una importancia desmedida a la acción productiva, al activismo en buen romance. El activismo, que es un “moverse” de continuo y febrilmente, luce como un eficaz modo de ganarle tiempo al tiempo. Sin embargo, no es así. Transita raudo, pero, en lo que hace, no deja huella. Al iniciar constantemente una nueva acción, no retiene para sí –en su mejora personal- los efectos de aquella, entre otras razones, porque su accionar no obedece a un propósito tamizado por la reflexión. b) Apocado, sea por pereza, por el miedo a los compromisos o porque se piense que algo malo va a suceder, el hombre deja pasar el tiempo sin aplicarlo en el cumplimiento de sus deberes y sus derechos como persona. c) Elíptico: Su valor se mide en función de la intensidad del gozo, del placer y del pasarla bien que el hombre pueda recabar del tiempo; la búsqueda de la complacencia egoísta torna las relaciones interpersonales en utilitarias. d) Crecer: Gracias a su libertad, el ser humano es responsable de su vida, en cuanto tiene que hacerse en el tiempo; tarea posible a condición de que crezca como persona para que la calidad de sus operaciones acote el tiempo en beneficio de la expansión de su ser, sin requerir más tiempo que el que corresponde.

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