El toro por las astas
¡Keiko necesita exigir la inmediata expulsión de Odebrecht, símbolo de la corrupción! No hacerlo le costará la elección.
Los gurús que forjaron su campaña electoral soslayaron la gigantesca oposición que carga. Por más injusta, parcializada, irreal que fuere. No han calibrado el perjuicio que arrastra su imagen en víspera del balotaje. Muy distinta fue la primera vuelta adonde, confundida en el tumulto, pasó desapercibida. Pero los repechajes son absolutamente destructivos. Porque el contrincante, siendo comunista, apelará a sus peores instintos y a más bajas pasiones para pulverizar al rival. Tres décadas de inclemente proceso de demolición mediático-político, dirigido a transfigurar el apellido Fujimori en sinónimo de corrupción, crimen y violencia, rinden los resultados que estamos viendo. Tener al 90% del periodismo nacional y extranjero abocado durante treinta años a incordiar el apellido Fujimori mediante portadas periodísticas, programas televisivos y comentarios de cualquiera naturaleza, generan un daño tridimensional. Y si sumamos la presencia de un conjunto de tiendas políticas izquierdistas -con resonancia tanto nacional como mundial, como suelen operar los rojos detrás de la camorra comunista supranacional- los efectos del perjuicio se multiplican. Y se agravarán si le incorporamos el montaje de una organización jurídica criminal orquestada por fiscales y jueces como metódica vendetta política, impidiendo que los engranajes judiciales agoten todas las instancias para que Keiko Fujimori no sólo quedase indefensa, sino se le encarcelase sin existir pruebas fehacientes. Vale decir, violando el principio constitucional de presunción de inocencia. Aquello revela que estamos ante un caso delictivo de abuso de autoridad. Por ello, todo lo que transpira la campaña contra Keiko Fujimori no es otra cosa que la orquestación comunista utilizada para el desquite y fundada en la mera sospecha de culpa para enviar a la cárcel -durante año y medio- a quien venía siendo investigada por un hecho que nunca fue delito cuando lo cometió. Porque Keiko recibió dinero de terceros para financiar campañas electorales, como hiciera el 100% de las demás agrupaciones políticas. Incluyendo a las de izquierda, que jamás fueron investigadas. Keiko Fujimori no es intachable. Aunque tampoco lo es ese otro 99% de los políticos que anidan por acá. El atropello es que no a todos se les ha medido con la misma vara. Y el resultado del odio diabólico acumulado a lo largo de treinta años, es que ahora cumple su cometido permitiéndole al comunismo capturar el poder utilizando el sistema democrático electoral para instalarse ahí per secula. Un comunismo integrado por alimañas marxistas, leninistas, maoístas, senderistas, chavistas, castristas que actúan como una maquinaria demoledora de las libertades, del sistema democrático, los derechos universales, la estabilidad socioeconómica y el Estado de Derecho. Por ello resulta incomprensible que más del 50% de los peruanos pretendan votar por un gobierno comunista. Y que lo hagan, encima, por odio a una candidata desfigurada durante tres décadas de escarmiento de la izquierda peruana porque su padre acabó con el terrorismo. Esa lacra que no es otra cosa que el brazo armado de las izquierdas para afianzarse y/o llegar al poder.
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