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El Triángulo de las Bermudas

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Fecha Publicación: 07/05/2019 - 21:20
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El debate sobre las leyes laborales es de larga data y, en la medida en que se abordan los temas siguiendo el enfoque de siempre, el debate tendrá larga vida. Mientras tanto, la ansiada formalidad laboral y la aspiración al empleo digno se perderán en el Triángulo de las Bermudas conformado por la falta de cohesión entre los principios de economía, el propósito de las leyes y las relaciones institucionales del Consejo nacional del Trabajo.

Permítanme un ejemplo para ilustrar la idea. Allá por el año 1945, dos empresas hilanderas decidieron otorgar a sus trabajadores un premio equivalente al 10% de sus salarios si llegaban puntuales al trabajo y reducían sus inasistencias. Esto es lo que la economía llama ‘incentivos’, que motivan una conducta y actitud favorables a la productividad y competitividad. Los trabajadores de las demás empresas hilanderas tomaron nota del premio (pero no del resultado que se buscaba incentivar) y solicitaron a sus empresas que también se les otorgue su prima del 10%. Como podemos imaginar, la presión del sindicato se intensificó, fueron al paro y, finalmente, el gobierno (no las empresas) decretó que todos los trabajadores reciban un premio adicional de 10%, dando lugar a lo que se llamó la prima textil.

El incentivo desapareció para convertirse en un ‘derecho adquirido’. Las fábricas perdieron porque ya no había el factor motivador de la puntualidad y la asistencia. Los trabajadores experimentaron una mejora en sus ingresos por un tiempo; pero, en la medida en que las empresas contabilizaban la prima del 10% como parte de los salarios, el ‘derecho adquirido’ se diluyó.

Pasaron los años, vino la reforma laboral a inicios de los 90 y la prima textil quedó en el olvido en el Triángulo de las Bermudas. Pero en el 2012 un iluminado abogado descubrió que la ley que dio lugar a la prima textil no había sido derogada, estaba viva, al igual que el ‘derecho adquirido’. En consecuencia, las empresas del sector debían reintegrar a sus trabajadores el 10% de sus sueldos que no fueron pagados en dos décadas.

Esta misma lógica predomina en el ámbito laboral. La lógica económica dice que el incremento de la remuneración del trabajador debe ser el resultado de la mejora de la productividad, pero la lógica legal dice que el trabajador tiene unos derechos adquiridos per se, independientemente de su productividad.

A eso se añade la lógica de la autoridad laboral, que asume que hay una relación desigual entre empleador y trabajador y que, por lo tanto, debe ponerse del lado del trabajador para equilibrar la balanza. Bajo esa lógica discordante, la formalidad está en el Triángulo de las Bermudas.