El último bastión ha sido tomado
Para nadie es ya un secreto que desde el gobierno del lagarto la institucionalidad estatal ha venido siendo tomada por asalto, cuya agresión, por la confrontación política enfermizamente desarrollada, ha puesto en bandeja de plata a este nuevo gobierno la ruta y los mecanismos para consolidar la toma del poder público para sus fines totalitarios.
El último bastión para la defensa de la democracia basada en el equilibrio de poderes y la garantía de respeto a los derechos fundamentales de los peruanos ha caído ya en manos del Ejecutivo, al cual le ha resultado sumamente fácil fragmentar el Congreso satisfaciendo intereses y ambiciones de congresistas con cuyos votos ya no existe peligro alguno de vacancia, destitución y hasta de censuras.
Vergonzosa ha sido siempre la medrosa actitud de los congresistas, valientes para denunciar, cuestionar ministros por los nefastos antecedentes de muchos de ellos, identificar a empresarios con antecedentes penales y judiciales en el entorno del Presidente, la imputación hecha contra este por ser presunta cabeza de una organización criminal, entre otros muchos escándalos; pero que, a la hora de votar por la confianza en un gabinete integrado por gente contra quien se dijo de todo, el Congreso se lo otorga incurriendo en una grave contradicción ética porque la confianza que se pone en algo o alguien se sustenta en las calidades éticas y morales de los sujetos vinculados al hecho; sin embargo, los congresistas, mayoritariamente, le vienen brindando su confianza a ministros contra quienes antes de la votación denigraron de la peor manera.
Ahora bien, si los congresistas denostan hasta con virulencia contra muchos ministros y luego terminan dándoles su confianza como representantes del pueblo, siendo evidente que no lo hacen por convicciones éticas y morales, es válido suponer que un voto de confianza concedido a quien no se lo merece, puede o podría considerarse un mecanismo de chantaje en una cuestionable relación de doy para que hagas y hago para que des.
Así las cosas, que no nos hablen de un premio consuelo consistente en interpelar y censurar a ministros que ya cuentan con el voto de confianza porque no es posible ser y no ser a la vez.
A partir de ahora, así como el Ministerio Público no investiga ni denuncia a nadie que se ubica en los vértices de poder institucionales o lo hace tan mal que malogra desde el inicio todas sus indagaciones, ya el Congreso ha perdido su capacidad de fiscalización para iniciar un indispensable saneamiento institucional pidiendo cuentas y haciendo efectivas las responsabilidades correspondientes.
Que a nadie le extrañe que la gente cercana a los hechos de corrupción denunciados hasta hoy se enfrenten con soberbia y matonería a la prensa, la que comenzará a sufrir la agresión pública de los grupos de choque del gobierno.
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