El vacío de poder en la oposición
Parece que las marchas en contra de Castillo se han apagado. Las últimas convocatorias, salvo la del martes 5 de abril, cuando decretaron toque de queda en Lima, no consiguieron congregar a las masas que la oposición esperaba. La realidad es que unos cuantos miles de manifestantes nada pueden hacer contra el poder de las instituciones del Estado.
El motivo de esta escasa convocatoria se debatió entonces en los distintos medios de comunicación y en redes sociales, también aparecieron encuestas que intentaron explicar el fenómeno y analistas dando a notar lo obvio: no había un liderazgo claro. Nadie se atrevía a llevar la posta y decir, soy yo quien personifica la oposición al Gobierno.
Esta falta de liderazgo en la oposición ha dado una suerte de carta libre en materia política a Castillo, quien parece actuar sin preocuparse de buscar consensos con las fuerzas políticas que no ha logrado someter; algo que estaría consolidando su respaldo en (al parecer) un sólido 25%.
Los líderes políticos de las bancadas parlamentarias no parecen capaces de proyectarse ante la población que ya dejó atrás la campaña del 2021.
A pesar de su representación parlamentaria beligerante, Rafael López Aliaga está postulando a ser alcalde de Lima, lo que lo saca de la contienda presidencial (por lo menos momentáneamente). Keiko Fujimori, quien debería ser la oposición natural a Castillo, no parece dispuesta a tomar la posta, pues no se muestra tajante con el oficialismo, como sí lo fue durante los gobiernos de Humala, PPK y Vizcarra.
Por otro lado, Martín Vizcarra y César Acuña parecen dispuestos a ser ellos los líderes que enfrentarán a Castillo. Últimamente ambos han tenido declaraciones que los ponen en aceras contrarias al Gobierno. Sin embargo, Vizcarra no cuenta con una bancada y se encuentra impedido de ejercer cargos públicos por varios años. Y, por el lado de Acuña, las votaciones de su bancada respaldando al Gobierno en momentos clave le dificulta posicionarse en la figura de líder de la oposición.
Otros políticos contrarios al régimen, que pudieran estar en el radar, no parecen tener la fuerza suficiente para encaminar un proyecto nacional de cara a las próximas elecciones el 2026, o en el supuesto negado de un posible final del actual régimen.
Quienes intentaron posicionarse luego de la victoria de Castillo, recurriendo a procesos judiciales y sin contar con bancadas parlamentarias, ya están desgastados, principalmente porque lucharon solos durante toda la primera etapa del Gobierno (julio 2021 – abril 2022), la cual, curiosamente, no ha tenido relación directa con la guerra institucional que actualmente se vive en el país.
Las posibles consecuencias de la falta de una figura capaz de encaminar las voluntades políticas de la nación contrarias al gobierno de turno, genera un vacío de poder que fácilmente podrá ser llenado desde cualquier flanco.
Se puede asumir que debido a esto la salida del líder etnocacerista, Antauro Humala, generó cierta conmoción en los medios de prensa y en las redes sociales; todos parecen estar esperando que el vacío se llene, tal vez empujados por una especie de terror al vacío u “horror vacui”, como decía Aristóteles.
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