El verdadero peligro
La inmensa mayoría de peruanos no son fujimoristas ni comunistas, de plano, los dos candidatos que han pasado a la segunda vuelta presidencial no suman un tercio de la población electoral; eso nos permite afirmar que cualquiera que resulte vencedor no tendrá la suficiente legitimidad para efectuar un gobierno partidario con su propio programa de gobierno; pues dentro de la concepción democrática, necesariamente deberá obtener el apoyo de grupos políticos afines y personalidades independientes que le otorguen el espacio necesario para poder mantener un nivel aceptable de confianza ciudadana, al tiempo que asegure superar el tercio de congresistas para al menos evitar cualquier intento de activar la causal de la vacancia por incapacidad moral permanente.
Con Vizcarra observamos que no siempre el gobernante respeta los principios democráticos; él demostró la utilidad de la confrontación permanente como instrumento para acumular poder, manipulando a la opinión pública con planteamientos destinados a manipular emociones primarias del electorado. Así, es posible usar la Cuestión de Confianza de manera prepotente para obligar a una mayoría parlamentaria adversa a aprobar ideotas del Ejecutivo. Sabiendo ello es que muchos ciudadanos, de distintas perspectivas ideológicas, permanecen indecisos frente a la disyuntiva de elegir entre dos políticos a los que consideran inadecuados para gobernar su país.
Se afirma que Keiko Fujimori es autoritaria y que su gobierno tendría el germen de la dictadura de su padre, de forma que votar por ella podría significar el retorno a la década del 90. Ese temor no tiene mayor fundamento, pues un gobernante no elije ser o no autoritario. Alberto Fujimori aprovechó la desesperación de una sociedad atemorizada por el creciente terrorismo que cercaba las ciudades y la galopante hiperinflación que devoraba los ingresos; esas condiciones no existen hoy y las posibles ambiciones de Keiko no son distintas a las de cualquier otro candidato demócrata.
Diferente es el caso de Pedro Castillo, formado en el marxismo leninismo más radical, ex líder del Conare, la facción pro Sendero Luminoso del Sutep, declarado enemigo de la reforma magisterial y de la reforma educativa. En su plan de gobierno ha expuesto el proyecto de socialismo en versión chavista, sin respeto alguno a la propiedad privada, a las reglas básicas de la economía ni de la democracia. La concentración de poder que su gobierno pueda realizar no es una sospecha, es la pública intención de guiarnos hacia el fallido totalitarismo venezolano, obligando al Congreso a permitir una asamblea constituyente que consagre el cambio de sistema político. Con Castillo, el peligro es real e inminente.
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