El viaje para una foto
Seremos repetitivos. Nadie con tres dedos de frente –o bastaría uno- puede dudar de que la República se encuentra en manos de un Gobierno mediocre y poco competente y de un Congreso cuya híbrida y mercantilista mayoría está dispuesta a sostenerlo a cualquier precio, siempre que ambos poderes del Estado lleguen a la meta del 2026 o hasta donde la movilización ciudadana lo permita. El problema es que el costo es demasiado alto para el país y habrá que ver si los negativos efectos del Fenómeno del Niño Costero que nos golpea; el del Niño Global que amenaza próximamente y la recesión económica que cerrará el año y lastrará lo que viene, permitirán a este Régimen malagua flotar y durar lo que pretende por encima de la inevitable protesta social y la insatisfacción popular. Cosas veredes Sancho.
Empero, si vamos a seguir en esta mediocridad, exijamos al menos que se ponga fin a la bochornosa frivolidad viajera de la sucesora presidencial. No otra cosa ha sido el último periplo a las Europas autorizado por el Parlamento sacándole la vuelta a la Constitución y cuya agenda no resiste justificación alguna, amén de la exagerada comitiva y los miles de dólares dilapidados del Erario. No vamos a ofender a los distinguidos anfitriones en Alemania o Italia, pero la verdad redonda es que el viajecito se armó para que doña Dina se tome la anhelada foto con el Papa Francisco –que, dicho sea de paso, apena viendo su negro vestido y mantilla y las caras- porque de audiencia papal muy poco, si la hubo. A todo ello habrá que agregar la absoluta inoportunidad de la travesía y la indolencia demostrada ante el drama que vivían más de un centenar de compatriotas atrapados en la atribulada Israel –nuestra mayor solidaridad con ella, las víctimas y rehenes a causa de la abominable acción terrorista perpetrada por Hamás- a quienes el avión presidencial les hubiese servido para ser trasladados a tiempo y no con criticable retraso.
Si la sucesora constitucional cree que esa desangelada gira ha ayudado a mejorar la deteriorada imagen internacional del Perú –o la suya- está equivocada de cabo a rabo. Prueba al canto: Hace poco se produjo en la ONU la elección para renovar los miembros del Consejo de Derechos Humanos, el segundo órgano en importancia después del todopoderoso Consejo de Seguridad. A América Latina le correspondían tres asientos y el Perú postuló a sentarse en uno de ellos. Pues nada, la Asamblea General eligió a Cuba –increíble pero cierto gracias al lobby progre-socialista y adláteres- Brasil y República Dominicana. Así nos ve el mundo. ¿Por cuánto tiempo más?. ¡AMÉN!.
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