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El viejo Raúl espera un abrazo

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Fecha Publicación: 14/06/2024 - 20:00
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El viejo Raúl está muy emocionado porque sabe que el domingo es el Día del Padre. Ha pensado en los mínimos detalles porque esperará como se debe a cada uno de sus herederos. Ha decidido vestir su mejor traje, la ocasión lo amerita. Él lucirá la ajada bata blanca que le fue proporcionada por el área de asistencia social del hospital; le queda muy corta, su estatura bordea el metro ochenta, pero casi nadie se da cuenta, camina cada vez más jorobado.
Lo trajeron al hospital ya hace más de dos años y hasta hoy no se puede recuperar de las múltiples fracturas que sufrió en un accidente de tránsito, fue atropellado y lo dejaron más muerto que vivo, de eso él no tiene recuerdo alguno ni la menor idea. Desde entonces no recibió visita de nadie y permanece en el hospital donde poco a poco va recuperándose. A pesar de sus notorias limitaciones físicas que hacen que camine con mucha dificultad se ha ganado el cariño de enfermeras y médicos porque siempre está presto a ayudar a cuanto paciente llega al hospital.
Un día, llegó al hospital una anciana, ella lo reconoció y fue a abrazarlo llamándolo “Raúl, Raúl”, pero él no la recordaba. Ella contó al médico que Raúl era una buena persona, con cuatro hijos y tres hijas, a todos ellos había educado trabajando como agricultor, que poseía hermosas parcelas donde se producía buen maíz y buena papa, también dijo que todos sus hijos eran profesionales y que vivían en Lima y que retornaban al pueblo muy circunstancialmente en el mes de setiembre para las fiestas patronales. En el pueblo todos sabían que Raúl extrañaba mucho a sus hijos y que estaba decidido viajar a Lima para visitarlos. Un buen día partió hacia Lima y desde ese entonces nadie más supo de él; contó también que todas las parcelas tienen ya otros dueños. Lamentablemente, la anciana sufría de un mal terminal y fue transferida a otro hospital donde falleció también abandonada y olvidada.
Ojalá que esta columna sea una brisa que llegué a crispar nuestros corazones y conciencia para no validar los males que esta sociedad peligrosamente va normalizando; ojalá que todavía queden rezagos del corazón de sus hijos para que vayan en busca de su padre, Diosito sabrá perdonarlos. Raúl está recuperando la memoria lentamente, es lo que dice el médico. Mientras tanto, él ya tiene planchada e impecable la ajada bata blanca. Al viejo Raúl lo emociona ver que sus amigos pacientes reciban visitas y no ha perdido la esperanza de que alguien lo visitará mañana domingo y le estreche un abrazo por el Día del Padre.

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