Elecciones difíciles (I)
No voy a seguir tocando hoy el tema de cómo se le arrebató a Keiko Fujimori la elección en segunda vuelta el año 2016, mediante una delincuencial operación mediática, simultánea desde ambos lados del continente americano, que la presentó como persona investigada por la DEA estadounidense, nada menos que por miillonario lavado de activos. Hoy me referiré a las elecciones, más acotadas que las generales, pero no por ello menos complicadas y trascendentes.
Es difícil para mí tratar temas que conciernen al Congreso de la República, institución de la que –a honra total- he formado parte como congresista por veinte años menos dos meses y por nueve años como asesora, que soy en la actualidad. Pero creo necesario hacerlo porque veo que se agrede injusta y generalizadamente a ese poder del Estado y a sus integrantes, la mayor parte de las veces por desconocimiento, olvido o desdén de cómo está integrado y de cómo se forman ahí las decisiones.
Comenzaré diciendo que el Congreso de la República está integrado por 130 congresistas, elegidos por voto popular y con la particularidad de regir el voto preferencial. Todos los congresistas son presentados por un partido político o una alianza de partidos, no hay cupos para candidatos fuera de ellos. Definido el número de escaños que corresponde a cada organización política participante según el número de votos obtenidos por ella, se asignan dichos escaños al interior de cada lista de candidatos conforme al número de votos preferenciales obtenidos por cada candidato.
Lamentablemente, según tenemos ya señalado, hasta la fecha no se ha logrado garantizar que se mantenga sólo la validez de los escaños otorgados por el voto popular directo y desalentar o excluir la posibilidad de que una vez elegidos los congresistas abandonen sus bancadas originarias, cambien de camiseta, se reagrupen incluso con colectivos opuestos en lo ideológico y programático a sus partidos o alianzas de origen y terminen alterando la correlación de fuerzas que el electorado definió, la mayoría de las veces para generar “minibancadismo” o balcanización del Parlamento por aumento del número de grupos parlamentarios, aparte de cambios sustanciales en su conformación interna.
Fueron diez las bancadas que derivaron del voto expresado el 11 de abril de 2021, pero hoy varias de ellas ya no existen y han dado paso a otras, que suman en total once; incluso hay ocho congresistas que no integran ninguna bancada.
Todas las decisiones colectivas dentro de la organización parlamentaria: comisiones, Pleno, Mesa Directiva, Consejo Directivo, Junta de Portavoces, se expresan en votos. No hay excepción alguna.
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