Empezó el juego de la silla escondida
En medio de una breve sesión, el Pleno del Congreso aprobó por 76 votos a favor, 41 en contra y 1 abstención, seguir adelante con el debate de la moción para vacar al aún presidente Pedro Castillo, presentada la semana pasada por el congresista Jorge Montoya, de Renovación Nacional, y suscrita únicamente por 50 firmas ninguna de las cuales pertenecían a Acción Popular, Alianza para el Progreso, Podemos (excepto el congresista Anderson) ni al grupúsculo moradito. Si bien este número de votos resultó suficiente para admitir dicha moción de vacancia, para proceder al debate hacían falta mínimo 52 votos. Durante el fin de semana el nerviosismo fue de vértigo. Hasta que en la mañana de ayer, el ambiente ya era diferente. El Parlamento se aprestaba a tomarle el pulso a los legisladores respecto a la admisión a debate de la moción de vacancia, y a fijar la fecha para que acuda el aún presidente Castillo. Los astros se alinearon y, ya pasado el mediodía, el Congreso aprobaba por aplastante número de votos (76, vale decir, 24 más de los necesarios) debatir la moción de vacancia, señalando para el 28 de marzo el día en que Castillo debe asistir –con abogado y/o él en su representación- a darle explicaciones al primer poder del Estado.
Esto pese a las intrigas propaladas por palacio durante el fin de semana para enervar la decisión congresal, pidiéndole al Parlamento que reciba (hoy martes) a Pedro Castillo para que pronuncie, ante el Pleno congresal, una suerte de mensaje a la nación previo al debate de la vacancia. Ello se supo 24 horas antes de que el Pleno sometiese al voto la deliberación de esa moción. Reiteramos, el resultado fue apabullantemente favorable a la oposición democrática: 76 votos a favor, 41 en contra, 1 abstención. Como consecuencia, el 28 de marzo el todavía mandatario deberá sentarse en el banquillo de los acusados en compañía de un letrado (o hasta no acudir y hacerse representar por un tercero), para responder al pliego interrogatorio que le presentará la representación nacional.
En desesperado intento, repetimos, por fragilizar el resultado de la votación de ayer, el sábado a través de las redes sociales el aún presidente Castillo planteó lo siguiente al Congreso: “Haciendo uso de mi derecho constitucional asistiré al Congreso para dar un mensaje. Espero la apertura de la Mesa Directiva del Parlamento para presentarme el martes 15 de marzo.” Aunque no descartemos que, probablemente, esta “sorpresa” elaborada por los asesores cubanos (para engatusar al Legislativo y, además, sacarle más conejos a la chistera meciendo estratégicamente el público), podría venir cargada de dinamita, con miras a cerrar el Congreso.
Ayer la conducta de la mayoría congresal distó bastante de esa actitud contemplativa, contemporizadora, pusilánime exhibida hasta la víspera. Castillo se habrá dado cuenta de que ha empezado el “juego de las sillas escondidas” y, consecuentemente, que sus días como mandatario quedarán condicionados a lo que decida el poder Legislativo el 28/3/22. Ojalá ese día los congresitas repitan este mismo talante patriótico.
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