Empoderamiento y necesidades de la mujer
Celebrar el Día de la Mujer en pleno siglo XXI, a muchas nos suena caduco, desde el punto de vista que el empoderamiento de la mujer, más que un derecho reclamado, es un hecho para todas aquellas que se lo propongan, ya que fueron nuestras madres y nuestras abuelas, quienes nos allanaron el camino desde hace décadas.
La mujer en el Perú desde mediados del siglo pasado y con bastante holgura, desarrolla su vida en familia y también en el trabajo, con competencia. Viaja, tiene hobbies, se capacita, es estrella del deporte y se mueve con gran facilidad, si así lo decide. Son muchas las mujeres también que dedican su vida a una causa religiosa, trascendente y solidaria, desde la discreción de un trabajo duro, sacrificado y hasta peligroso, pero sin oposición alguna. No hay nada que la mujer no pueda lograr.
Tanto en la política, como en la empresa, en la ciencia y en todos los ámbitos, las mujeres están presentes, muchas sin la necesidad de la ayuda de una “cuota”; sino por su deseo, esfuerzo, valía y méritos. A nadie llama la atención cuando en la cabina de un avión, nos salude una capitana, a cargo de la tripulación de una nave trasatlántica.
Sin embargo, el mundo del trabajo, la sociedad y el Estado aún le deben a la mujer, mayores y mejores apoyos a los que tiene derecho y son necesarios. Las mujeres con hijos pequeños y adolescentes, necesitan de la cooperación del varón en su educación y sustento; pero también del propio centro de trabajo que debiera tener lactarios y guarderías, horarios especiales o implemente el teletrabajo.
La industria pesquera, por ejemplo, aprecia el trabajo de la mujer como “filetera”. ¿Hemos escuchado alguna vez a la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), plantear una guardería sustentada por varias empresas para que, estas obreras, protejan a sus hijos toda la noche, mientras filetean el pescado?
Lo mismo, si la mujer tiene enfermos o padres mayores a su cargo a quienes debe atender, por el motivo que fuere, y asimismo trabajar. También en estos casos, necesita ayuda para asegurarse de la calidad de vida de estas personas. Son muchos los países ya, donde las municipalidades ofrecen estos servicios a los ciudadanos, como también lo hacen las corporaciones.
Las mujeres en muchos asentamientos humanos no tienen servicio de agua y desagüe. ¿Cuántas veces hemos visto a niños y mujeres hasta embarazadas, trepando los cerros que rodean la capital, cargando baldes de agua? ¿A cuánto se exponen las niñas y las mujeres que en su barrio no hay luz ni seguridad ciudadana que también el Estado debe ofrecer?
Temas urgentes para mejorar la vida de las mujeres que pocos organismos internacionales y ONG subrayan; porque se han entrampado en la “ideología de género” que tercamente quiere imponer una contracultura bajo el mascarón de la “igualdad de género”, sabiendo que varones y mujeres valemos lo mismo, pero tenemos necesidades distintas y complementarios.
Las marchas feministas que hoy se producen por el Día de la Mujer tienen más de ideología que de defensa de las verdaderas necesidades de la mujer. Tienen más de exhibicionismo y espectáculo grotesco que de discurso. Tienen más de ridiculez y huachafería que de reivindicación.
La ignorancia, culpable o no, de la verdadera naturaleza de la mujer, es el único obstáculo para que la mujer no reciba el apoyo adecuado del Estado, la empresa y la sociedad, hoy.
(*) Profesora en CENTRUM PUCP