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¿Empresarios ingenuos o mercantilistas?

Fecha Publicación: 28/10/2019 - 22:00
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Adolescente quinceañera, a punto de terminar la secundaria, y atenta a todo lo que me rodeaba gracias a una formación recibida en casa que nos estimuló tempranamente a mí y a mis hermanos a leer desde colecciones de enciclopedias, obras de la literatura universal hasta periódicos, pasando por suscripciones a revistas de ciencia, técnica y diversión, viví el golpe de Estado de un grupo de militares en octubre de 1968.

Viajo al pasado ya lejano, aunque varios de sus efectos están aún vigentes, para rescatar de allí un hecho que parece volver a repetirse. Me refiero a la actitud de la élite social y gran empresarial del momento de acercarse a los nuevos titulares del poder, pese a la evidente ajenidad existente. Compartieron hasta despedidas de solteros y las páginas sociales de los más importantes medios de prensa en manos de esa élite a la que el velasquismo llamaba despectivamente la oligarquía.

El arrobamiento y la convivencia placentera duró muy poco pues pronto muchos integrantes de esa élite sufrieron la confiscación de sus bienes y persecución. Sin embargo, un sector de ella logró adaptarse a la nueva situación perturbadora e incluso admitir nuevos integrantes. Mucha riqueza y/o ascenso social lograron, sacando ventaja con la producción y comercio de bienes en un mercado cerrado y distorsionado por el propio Estado.

Hace menos de un mes se perpetró el golpe al Congreso de la República, pretendiendo revestirlo grotescamente de constitucionalidad. Ya se han dictado al menos dos, de seis, decretos de urgencia con materia tributaria, es decir abiertamente infractores de la Constitución y se ha iniciado la farra fiscal, asignado miles de millones de soles para asegurarse el apoyo de gobernadores, alcaldes y rectores y vicerrectores de las universidades públicas. No hay posibilidad alguna de que este dispendio sea fiscalizado como le tocaba al Congreso, impedido a la fuerza de reunirse más allá de una parte de su Comisión Permanente.

Sin embargo, bastó una reunión (¿”remake” del compartir social arriba mencionado?) con el PCM y algunos ministros cómplices del golpe, para que representantes del mayor gremio empresarial peruano aparezcan dándose por satisfechos y garantizados en la intangibilidad del modelo económico y el respeto a la iniciativa privada que es la base de una economía social de mercado.

Olvidaron que ese modelo y mercado existen pues son garantizados por la Constitución de 1993, y que más temprano que tarde el régimen de facto irá tras ellos como ya lo ha hecho con el núcleo del sistema democrático.

¿Ingenuidad o mercantilismo?