Empresarios y democracia

Se acercan las elecciones. Mientras que las hojas del calendario caen, la reforma política es atacada de una manera persistente mientras que los ciudadanos miran horrorizados lo que sucede.

La izquierda se comienza a organizar mientras que la derecha a atomizar. Así, un gran abanico de opciones políticas, hoy ya contamos con más de 50 partidos políticos, lucharán centímetro a centímetro por atrapar una curul y quizás si la suerte les es piadosa, la Presidencia de la República.

En medio, nos encontramos los ciudadanos, quienes asqueados de los escándalos de corrupción, exigimos propuestas realistas que ayuden a enrumbar el país. Es en ese espacio que la participación activa de los empresarios en la vida política, ya sea presentando políticas públicas o candidateando, es crucial para el desarrollo socioeconómico de nuestro país.

La simbiosis entre el sector empresarial, el que genera la mayor cantidad de impuestos, y la política no solo fortalece la representatividad, sino que también impulsa una gobernanza más equilibrada y eficiente.

El reto que deben asumir los empresarios es que la participación se amplíe más allá de defender sus legítimos intereses empresariales y busque contribuir al bienestar social y económico del país. La relación entre empresa y política, a través de leyes y reglamentos, es una interacción inevitable y poderosa que influye en las decisiones.

Los empresarios, como ciudadanos, tienen la responsabilidad de participar en el proceso político, ya sea desde dentro del gobierno, como funcionarios públicos, o desde fuera, a través de gremios y asociaciones. Pero, ¿cómo expresar este apoyo fuera de post en redes sociales? Involucrándose realmente, es decir, destinando dinero, tiempo y creatividad, en la búsqueda de soluciones.

Aterricemos un poco mi última afirmación. Es crucial que los empresarios financien y apoyen a Think Tanks, para que se busquen soluciones fuera de la caja, planteen propuestas legislativas de manera transparente pero además sean una voz unificada en el debate público, que promete llenarnos de promesas electorales inconsistentes y que buscan votos incautos.

Invertir en programas de formación para jóvenes líderes gremiales es esencial. Mirar iniciativas que formen a las nuevas generaciones en liderazgo y participación política asegura una continuidad en la defensa de los intereses. Con ellos, se podrá co-crear un futuro compartido, del cual ellos son principales arquitectos.

¿Cómo hacer esto en un país altamente polarizado? Hablando con la verdad, transparente, íntegra, mostrando las verdaderas intenciones, rescatando el contacto uno a uno, volviendo al inicio, a eso que nos hizo peruanos. Los empresarios aportan una perspectiva única en esta lucha, basada en la eficiencia, innovación y sostenibilidad. Esta lucha debe darse sin cuartel, sin ceder terreno, entendiendo que tenemos la oportunidad de fortalecer la democracia y el desarrollo económico, a la vez.

“El que no se arriesga, no gana” se aplica aquí. No podemos dejar ningún espacio para que ideas descabelladas nos coloquen otra vez al borde del abismo. Tenemos la obligación de debatir alturadamente, de proponer políticas públicas basadas en ciencia y evidencia, de ser celosos guardianes de nuestra fortaleza macroeconómica, de ser “influencers” del desarrollo. Dejar ese espacio a otros no debe ser opción.

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