En el centenario de su natalicio: Alfredo Vignolo Valdonado, primer periodista graduado en el Perú
Este 28 de julio se conmemora el centenario del natalicio de Alfredo Vignolo Maldonado, quien nació el Día de nuestra Independencia en 1925 y se elevó a la Eternidad un 14 de noviembre del 2007.
Egresó con el número uno de la primera promoción de la Escuela de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que fundara la Dra. Matilde Pérez Palacio Carranza; tenía el primer título de Periodista Profesional otorgado en nuestro país por dicha casa de estudios, un 27 de diciembre de 1948.
Fue catedrático durante más de 25 años en la misma Escuela de Periodismo y ejerció la docencia en las universidades Inca Garcilaso de la Vega, San Martín de Porres y en la del Pacífico; laboró en el diario La Crónica; fue articulista en El Comercio, el suplemento El Dominical, La Prensa, Última Hora, El Sol y La República, y en los semanarios Pregón, Actualidad, Oiga y Mundo Minero, del cual fue cofundador.
Ejerció el periodismo durante casi 60 años; presidió el Tribunal de Honor del Colegio de Periodistas del Perú y de la Federación de Periodistas del Perú. Fue primer vicedecano del Colegio de Periodistas de Lima y presidente de la Comisión de Libertad de Prensa.
Trabajó en la Secretaría de Prensa de Palacio de Gobierno; fue fundador de la Dirección de Relaciones Públicas y Prensa de la Municipalidad Metropolitana de Lima cuando era alcalde Héctor García Ribeyro; jefe de Prensa de la Mutual El Pueblo; director de la Dirección General de Prensa de la Casa de la Cultura, entre otros cargos que ejerció.
Viajó invitado por diferentes universidades particulares y nacionales, así como por la Federación de Periodistas del Perú, el Colegio de Periodistas del Perú, los Centros Federados y los Colegios Departamentales de Periodistas.
Fue distinguido por la Cámara de Senadores con “Mención Honrosa”; por la Municipalidad Metropolitana de Lima con “Medalla y Diploma de Honor”; “Medalla al Maestro” del Colegio de Periodistas de Lima; “Medalla al Mérito” de la Municipalidad Distrital de Lince; “Profesor Honorario” de la Universidad Ricardo Palma; “Diploma de Honor al Mérito” de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudió Letras y Derecho; reconocimiento de la Asociación de Egresados y Graduados de la Pontificia Universidad Católica del Perú como “Exalumno Distinguido”; “Diploma de Honor” del Congreso de la República del Perú; “Medalla de Oro” de la Federación de Periodistas del Perú; “Galardón” del Colegio de Periodistas de Lima por su “Aporte al Periodismo Nacional” y “Medalla Cívica Santiago Apóstol” de la Municipalidad de Santiago de Surco.
Hasta sus últimos días se desempeñó como articulista en el diario oficial El Peruano.
Publicó una serie de libros sobre periodismo, entre ellos: Hacia una Sociología de la Comunicación, Libertad de Prensa y Democracia, Los Medios de Comunicación del Estado, En Busca de una Filosofía Empresarial, Pasos de un Largo Andar Periodístico Tomo I, Prensa y Derecho, Respuesta a una Cuestión sobre Deontología Periodística, Mensaje de un Periodista a los 30 años de Ejercicio Profesional, La Comunicación Social en la Empresa Cooperativa, Libreta de Apuntes: La Comunicación Social y el Valor de la Palabra y El Código de Ética Periodística.
Su obsesión por la ética lo llevó a componer un Código de Ética Periodística que ofreció a las instituciones del gremio, como el Colegio de Periodistas del Perú, pero sería la Federación de Periodistas del Perú la que lo adoptaría. Los periodistas se reunieron en el 2001 para su XXII Congreso Nacional y acordaron llamarlo Alfredo Vignolo Maldonado, una distinción más en la larga lista de reconocimientos que recibió. Pero el mejor homenaje que le hicieron fue la adopción de su Código de Ética, que señala:
“Los periodistas están moralmente obligados a ejercer con honestidad. Deben honrar su profesión y hacer que se le respete. Hay que ser dignos de la libertad de prensa, considerando en ella las libertades de información, opinión, expresión en todas sus formas, investigación periodística, difusión del pensamiento, fundación de medios de comunicación social y programas periodísticos. No incurrir en libertinaje. No existe irrestricta libertad de prensa; su límite natural es el derecho ajeno”.
Mi padre siempre tenía una sonrisa para los amigos, atendía con cariño a los estudiantes de periodismo; la casa era un ágora para los discípulos y colegas. Finalizaba cada ponencia afirmando: “La prensa no es el Cuarto Poder del Estado, sino el Primer Poder de los pueblos libres”.
Juan Gargurevich, en el boletín de egresados y graduados de la PUCP, señaló en relación a mi padre: “Tuvo una larga vida de profesional como abogado, relacionista público, profesor universitario, pero era por sobre todo periodista. Y a esta vocación unía una obsesión que proclamaba con tenacidad: la ética periodística. Alfredo se entristecía al observar el descenso de calidad del periodismo, pero sobre todo se condolía cuando comentaba la prensa amarilla que llamamos ‘chicha’, y cuando la Asociación de Egresados de la Universidad Católica le rindió merecido homenaje insistió, una vez más, en pedir a los colegas que hicieran buen periodismo, de respeto a los demás y a sí mismos”, agregando: “Su desaparición es una dura pérdida para el periodismo. Era un verdadero cruzado del periodismo decente y será difícil reemplazarlo. Su promoción de la Católica y las siguientes que contribuyó a formar, lo llorarán como nosotros”, sentenció.
Manuel Jesús Orbegozo —amigo de décadas—, en artículo publicado en el diario oficial El Peruano, refiriéndose a mi padre, afirmó: “Uno de esos amautas —me he permitido decirlo siempre— sería Alfredo Vignolo Maldonado, un periodista de fuste y de larguísima trayectoria profesional en la comunicación social. Sin embargo, no es en este campo de la información donde Vignolo destacó como un verdadero hombre de prensa, veraz y responsable, sino en el campo de la ética profesional. Todos los que lo conocemos o trabajamos con él podemos afirmar que es un periodista absolutamente incorruptible. Lo demostró en numerosas oportunidades, cuando situaciones políticas lo pusieron entre la espada de no seguir fiel a su conciencia y la pared del desempleo. En casos así, él prefirió lo último”.
El español José María Desantes Guanter, quien fuera el primer catedrático de Derecho de la Información en España y pionero en dicha materia en el ámbito hispano, en relación al “Código de Ética Periodística” de mi padre sostuvo: “Creo que ha prestado usted un servicio muy meritorio con sistematizar todas las ideas que contiene y escribirlas. Dios quiera que sean seguidas en la práctica”.
En el caso nuestro, el periodismo es genético, ya que mi hijo Francesco Alfredo también es periodista, egresado con excelentes notas en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la universidad donde mi padre dictó cátedra, la Universidad de San Martín de Porres.
En fecha tan especial, una oración elevada a la Eternidad y mi gratitud eterna por su ejemplo, en nombre de mi madre, hermanos, hijos, nietos, bisnietas y todos aquellos que lo quisieron.
¡Feliz Día, Papá!
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