En el Perú hay que descolmatar cerebro y alma
Todos en el país conocemos las causas de los problemas que enfrentamos de modo permanente o cada cierto tiempo, pero nos dedicamos solo a superar la crisis del presente sin prevenir lo que sabemos que volverá a repetirse, dedicándonos a reparar los daños causados a sabiendas que todo será nuevamente destruido por los mismos fenómenos ya conocidos, los cuales son completamente previsibles, no obstante lo cual, en cada oportunidad, perdemos sumas millonarias del erario público por el gasto repetitivo que a su vez se convierte en una eterna fuente de corrupción generalizada.
Sabemos que cada cierto tiempo en época del verano, la mitad norte del país se verá golpeado por el fenómeno del Niño o, como acaba de suceder, por un ciclón errante o inesperado como el Yaku, con lluvias torrenciales e inundaciones generalizadas de pueblos y ciudades con las aguas desbordadas que discurren por los cauces de siempre cuya descolmatación jamás se hace provocándose que los residuos sólidos, de tierra, piedras y basura que se asientan en el fondo de esos cauces de ríos y quebradas, generan golpes cada vez más destructivos en las poblaciones aledañas y en la infraestructura vial y urbana con afectaciones de los servicios de agua potable y luz eléctrica con grandes pérdidas de cultivos y paralización de la economía local y regional.
Al no descolmatar los cauces eternos que conducen las aguas de inundación, toda reconstrucción no sirve para nada porque volverá a ser destruida por el mismo fenómeno, de modo tal que, ante este problema, seguimos dando vueltas en una eterna rueda de molino.
Lo mismo sucede con la otra mitad del país hacia el sur, con el fenómeno conocido como "friaje", con poblaciones que sufren y, a veces sucumben, frente a un inclemente frío con nevadas constantes que, tal como sucede con el Niño en la costa que mata miles de aves, también con el friaje mueren miles de auquénidos, afectándose también la flora y todos los cultivos, sin que los sucesivos gobiernos hayan desarrollado, con apoyo científico, un plan de acción para prevenir y proteger, cayendo en el eterno juego de gastar para enfrentar la crisis presente multiplicando el gasto por los siglos de los siglos.
Lo mismo ocurre en lo político cuando los políticos que asumen el poder solo se preocupan de acumular a su gente en los cauces institucionales para controlar a su antojo los fondos públicos y los procedimientos administrativos, así como el marco legal vigente, provocando que un nuevo gobierno pierda tiempo descolmatando la institucionalidad, eliminando infiltrados y sobrecostos con graves efectos de "huaicos" sociales.
Es evidente que algo anda mal en el cerebro y en el alma de nuestros políticos, pero también en la sociedad de la cual proceden, porque, al parecer, allí en esos cauces se ha acumulado demasiado residuo tóxico.
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