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“En el túnel oscuro, la luz no se apaga”

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Fecha Publicación: 11/09/2025 - 22:00
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¿Un Perú adormecido o un Perú que despierta? La política nacional se ha convertido en un espectáculo deshumanizado. Hoy no vemos estadistas ni líderes con visión, sino operadores que celebran su festín electoral en medio del dolor de un pueblo que sufre inseguridad, pobreza y abandono.
La pregunta que todos deberíamos hacernos es: ¿qué hemos hecho como ciudadanos para frenar este flagelo de delincuencia desbordada? ¿Estamos unidos o cada vez más divididos? El silencio y la indiferencia matan tanto como las balas de un francotirador. La historia nos enseña que, cuando los pueblos se adormecen, las mafias avanzan.
Y aquí estamos: en vísperas de elecciones, con un gobierno ilegítimo encabezado por Dina Boluarte y una organización que, deliberadamente, no mueve un dedo para frenar la violencia, porque la inseguridad se ha convertido en el mejor instrumento para mantener el statu quo delincuencial.
“Guerra avisada no mata gente”, dice el viejo refrán. Hoy la advertencia está frente a nosotros: ya empezó el festín electoral. Los mismos de siempre, las mismas organizaciones que se disfrazan de partidos, ya se reparten las butacas legislativas, regionales y municipales. ¿Con qué autoridad moral pretenden dirigir el país?
La dedocracia reemplazó a las elecciones internas. Los delegados ya no representan a bases vivas, sino a familiares y amigos acomodados para legitimar procesos amañados. No tenemos presidentes fundadores, sino caciques que, bajo el pretexto de haber “fundado”, se autoeligen y se perpetúan en el poder partidario.
¿Hasta cuándo esta pantomima? El pueblo lo sabe, pero muchos callan, y otros se conforman con un “like” o un video de tres minutos que adormece el pensamiento y anula la reflexión. Nos hemos acostumbrado a ser estupidizados por un algoritmo que prioriza lo banal y superficial, lo que entretiene pero no transforma.
Mientras tanto, trolls pagados moldean la opinión pública y silencian la verdadera voz ciudadana.
¡La inseguridad no es casual, es un plan! ¡El desgobierno y la corrupción no son errores, son estrategias para perpetuar el saqueo! Lo que vivimos hoy es consecuencia de haber permitido que los mercaderes de la política dominen las instituciones.
Sin embargo, no todo está perdido. Hay una fortaleza que aún late en el corazón del Perú: cada vez que un ciudadano se indigna, una madre protege, un joven sueña, esa fuerza crece. Esa es la luz que puede transformar este túnel oscuro en un camino de esperanza.
¡El mal tiene caducidad! ¡El bien es infinito! El Perú no está condenado a ser gobernado por mafias. Depende de nosotros despertar del letargo y asumir la responsabilidad histórica que nos corresponde. No basta con indignarse: ¡es hora de organizarnos, alzar la voz y construir un verdadero proyecto de nación!
Que esta crisis sea el doloroso parto de un Perú justo. Con fe, con amor al prójimo, y con la certeza de que la verdad prevalecerá: ¡resistamos!

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