En la mayor apatía elegiremos al menos malo
Cada vez es más evidente el poco entusiasmo que muestra el ciudadano de a pie en los procesos electorales, sobre todo los Regionales y Municipales, pese a ser el mecanismo de democracia más representativa al primar las preferencias en consideración a la persona, al líder departamental, al buen vecino, por sobre la organización política que lo postula, a diferencia de las Elecciones Generales donde ésta es más influyente y hasta decisiva. Sin embargo la antesala a las votaciones del 2 de octubre para escoger gobernadores regionales y alcaldes en todo el país se desarrolla con una marcada indiferencia por parte del electorado, que ya no puede decirse es por efecto de la crisis sanitaria y el temor a participar en eventos de afluencia de gente característico de toda fiesta electoral, en prevención de contraer la covid-19, habida cuenta el avanzado proceso de vacunación que ha resultado de gran contención frente al virus. Estimo más bien que el desencanto, la falta de ilusión para estos comicios radica en el desgaste de la clase política, autoridades, cabezas de instituciones, incluidos partidos y movimientos políticos, salvo escasas excepciones; vemos pues que le resulta apático al poblador involucrarse en la campaña política, interesarse por la hoja de vida de los candidatos, le es indistinto escucharles hablar o, más propiamente, prometer la mejora de sus vidas y el desarrollo de sus ciudades, porque intuyen nunca lo cumplirán.
Y si alguna motivación existiese aún, la misma termina de diluirse al despertar por las mañanas al compás de noticias que dan cuenta de la detención de altos y medianos funcionarios del Estado, entre éstos gobernadores regionales y alcaldes en ejercicio, a través de mega operativos de la Fiscalía y la Policía Nacional desbaratando mafias criminales. Sin olvidar que también influye en el ánimo del elector ver obras de infraestructura paralizadas cual elefantes blancos, a decir de la Contraloría General 2,346 a nivel nacional en lo que va del año por causas diversas, una de ellas, incumplimiento de contrato (12.2%), que pinta a corrupción, la que está enraizada tanto en el sector público como en el privado. ¡Indignante! Y a más de esto, la deslucida y displicente actuación de la mayoría de organizaciones políticas con bancada en el Congreso de la República y la propia actuación de sus integrantes, han deslegitimado se quiera o no, aquello de “la representación nacional” y ni qué decir del Ejecutivo, con autoridades inoperantes en gestión pública o sindicadas e investigadas como miembros de una organización criminal.
Así las cosas, salvo algún acontecimiento que despierte pasiones para bien en la ciudadanía, este 2 de octubre iremos desmotivados a las ánforas para optar por el candidato menos malo que dirija los destinos de nuestra comuna y región por los próximos cuatro años. ¡Endeble democracia representativa!
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