Enésimo fiasco en el Corredor Minero
No es difícil deducir que las empresas chinas en el Perú -que tienen miles de millones de dólares invertidos en el país- y el propio gobierno chino -que construye su Ruta de la Seda alrededor del planeta, la telecomunicación 5G con Huawei y el yuan digital para competir con el dólar en el mercado global- no están para nada interesados en el desorden político en que se debate este gobierno.
Lo que los chinos quieren es hacer negocios en el Perú. Están interesados en el cobre y el litio que comparte el Perú con Chile y Bolivia. Y también en la soya brasileña y los fosfatos de Bayóvar para producirla. Para todo eso, la comunicación ferroviaria y fluvial entre el Pacífico y el Atlántico pasa por territorio peruano. El mercado al que China quiere llegar en Sudamérica está en Brasil, en Sao Paulo, en Río y en Manaos.
Un caso de primera importancia en este contexto es el de la mina de Las Bambas, concesionada hoy a la empresa china MMG, cuya producción sale por el Corredor Minero del Sur al puerto de Matarani para ser enviada a China, que nos compra el cobre que, hasta hoy, mantiene a flote a la economía del Perú.
Son 20 ya las ocasiones en que el Corredor Minero ha sido bloqueado por las comunidades a lo largo del mismo. Reclaman por un reparto equitativo de la renta que produce la explotación del cobre, pedido que revisten de maneras distintas, pero que al final del día es la médula de la protesta.
Obviamente, la gran empresa minera china en Las Bambas abriga la razonable expectativa de que un gobierno de izquierda tenga por fin los medios para conseguir de las comunidades del Corredor Minero no solo el desbloqueo de la carretera interrumpida por semanas o meses, sino una negociación en regla, que ponga fin de una vez para siempre a este absurdo.
En ese contexto, el premier Guido Bellido se desplazó con un equipo de solución de conflictos de la PCM a su natal Chumbivilcas, Cusco, en el Corredor Minero, para avanzar en el objetivo. Ya desde el primer día llamó la atención que anunciara un acuerdo en que las comunidades se avenían a levantar el bloqueo a cambio de una “mesa de diálogo”, cuya fecha tendría lugar en 60 días. Un gesto de la mejor buena voluntad de parte de las comunidades. No han pasado ni 30 días y, desde luego, los comuneros ya perciben que no ha habido absolutamente ningún progreso en todo lo ofrecido y explicablemente amenazan con un nuevo bloqueo, en su experiencia el único lenguaje que el Estado entiende.
El Gobierno ofreció cosas que no puede cumplir. Una vez más, en suma, la enésima mentira. Ya van 20 mesas de diálogo y todas han sido un engaño en el que el gobierno de turno promete lo que sabe que no va a cumplir y el dirigente local de turno finge creerle para mantener engañados a los comuneros. Es un juego enfermizo.
Pero esta vez se esperaba algo muy distinto de un gobierno de izquierda. Y la PCM no atina sino a repetir el anuncio anterior de una “mesa preparatoria” (que debió instalarse ayer) y otra “de diálogo” en Chumbivilcas la próxima semana.
Al malestar de los comuneros tiene que sumarse hoy el de la empresa y el Estado chino, porque el Gobierno que al fin iba a tomar una decisión política crucial para el Perú no prepara por lo visto sino el enésimo fiasco.