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Ensartando letras

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Fecha Publicación: 25/08/2023 - 20:50
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Ensartar letras es con seguridad una delicada actividad que requiere una licenciatura que toma toda una vida; o quizás un oficio que requiere dedicación exclusiva con una jornada laboral de veinticuatro horas al día, durante siete días a la semana. Ensartar letras debe ser una anhelada satisfacción de pocos que seguramente tienen apariencia de seres venidos no de otros planetas, sino de seres que aparecen de la nada y poco a poco buscan cada día ser más humanos; ensartar letras también debe ser la frustración de quienes anhelan ganar de la noche a la mañana un Premio Nobel en una disciplina que no existe. Ensartar letras es también el trabajo quirúrgico de quienes sudan la gota gorda mañana tarde y noche para plasmar un vademécum de vida.

Ensartando letras es el nuevo libro de Carlos Alberto Valdivia Gálvez: un diario donde la palabra está bien trabajada, donde el humor es la tilde que cabe con precisión en el momento preciso. Prepárese, póngase cómodo. Le propongo ir en busca de una aguja punta roma, no iremos al pajar, qué sentido tiene lastimar a nuestros escasos minutos de tiempo que ya no son libres para regalarlos así por así, tampoco tiene sentido implorar ayuda a quien no oye, no ve, tampoco siente y le aseguro que, al doblar la esquina, antes que el gallo cante tres veces, hallaremos una aguja, una que brille, una que esté dispuesta para construir los más diversos e inimaginables buenos augurios para el paladar de nuestros cerebros, es decir, hoy nos dedicaremos a ensartar letra a letra los nuevos y necesarios abecedarios que vayan acordes con las nuevas necesidades de esta vida y también, por qué no, de la atrevida muerte.

Ensartando letras es un testimonio del autor que también se parece al suyo o al mío, porque el autor “vuelca el fuego de su alma, fuego que guardó por mucho tiempo, no en un desván sino en cada latido de su corazón”. Así lo describe Celia Luz Flores, así lo percibo también porque los latidos del corazón, por más pequeños que estos sean o por muy heridos que estén, siempre hacen el mismo tic-tac, siempre palpitan como quien sigue el mismo compás de las particulares estrellas de cada quien.

Admito que he disfrutado la lectura de la confesión de parte de quien prefirió acudir a desconocidos lectores antes que buscar al curita de la iglesia más cercana. Son suficientes razones para absolverlo del pecado de haberse atrevido a ensartar letra a letra estos hermosos versos.

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