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Entre la guerra y la paz

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Fecha Publicación: 17/04/2024 - 22:10
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Este artículo también podría ser titulado entre una guerra descontrolada y una paz cada vez más lejana en Ucrania y Gaza con el agregado de Irán e Israel. El domingo pasado en la sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas los representantes de ambos países invocaron su derecho a la legítima defensa. El representante de Israel agregó que nadie tiene derecho de pedirle a su país “a quedarse con sus brazos cruzados” cuando es objeto de un ataque con drones y misiles como el ocurrido el sábado 14 de abril. Su contraparte de Irán mencionó el ataque al consulado iraní en Damasco como una agresión extraterritorial que merecía una respuesta apropiada. Dentro de una lógica de violencia pura y dura, paradójicamente ambos tendrían la razón. Desde el punto de vista del Derecho Internacional que busca la paz y la seguridad en el mundo, de ningún modo.

El artículo 51 de la Carta de la Naciones Unidas establece el derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva en caso de ataque armado contra uno de sus miembros. El derecho a tomar represalias por ese ataque no está contemplado en dicha Carta. Constituye un exceso que lleva a la extensión de la guerra a otras lugares cercanos o distantes, que es la situación actual imperante en el Oriente Medio. ¿Cómo contener esa situación para que no se desborde en una guerra atómica global? Israel se reserva el derecho de contestar el ataque iraní pero los Estados Unidos, su principal aliado no lo acompaña en ese propósito. Israel e Irán geográficamente están lejos, los separa Siria, Jordania e Irak entre otros países de la región, que también se verían directamente afectados por esa respuesta.

Sin embargo la certeza jurídica que otorga el Derecho Internacional no es correspondida por la situación existente en esa y otras zonas del mundo, ahora Ucrania. Cuando la Rusia de Putin la invadió en febrero del 2022 el Consejo de Seguridad se paralizó por el veto ruso y la materia fue trasladada a la Asamblea General de las Naciones Unidas, que por amplia mayoría condenó la agresión. Esa condena fue acompañada de la defensa de Ucrania con la ayuda de los Estados Unidos y de la OTAN. Han pasado más de dos años y la guerra continúa aunque la balanza se estaría inclinando muy gradualmente a favor de Rusia, lo que no necesariamente augura una victoria total para Rusia y una derrota definitiva para Ucrania que la extinga como Estado soberano.

Nos encontramos, por lo tanto, en una situación de guerra caliente en dos regiones del mundo y adicionalmente con muchos otros focos de tensión como el de Taiwán respecto de China y de Corea del Sur frente a su enemigo del norte, en los cuales el Japón también es parte de tal escenario. En ambos está involucrado Estados Unidos que tiene múltiples responsabilidades defensivas y pactos de alianza. Por consiguiente, la paz del mundo desde una perspectiva de Occidente está sujeta a que la gran potencia norteamericana los enfrente satisfactoriamente superando el riesgo de la eventual debilidad de sus aliados sin alterar su base mundial de poder. He ahí el gran desafío del Presidente Biden o de Trump si lo reemplaza el próximo año.

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