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¿Es Haití un Estado fallido?

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Fecha Publicación: 06/03/2024 - 21:50
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Lo es. Con casi 11, 5 millones habitantes, Haití, país insular –pertenece a las Antillas–, yace dominado por el desgobierno por lo que califica hace buen tiempo de ser un Estado fallido. Entonces, ¿qué es un Estado fallido? Se trata de uno donde no existe el orden social establecido y en el que todos los miembros que la integran aceptan los convencionalismos y respetan las normas jurídicas comenzando por la Constitución Política, la ley de leyes. En los Estados fallidos nada de eso existe, más bien imponiéndose el caos y el desorden como reglas. A los Estados fallidos por esa razón suelo llamarlos Estados fallados por la manifiesta incapacidad para dirigir sus destinos por sus propios miembros y es necesario, en consecuencia, que pudiera producirse la intervención extranjera para evitar que muera gente y ello se funda en el principio de seguridad colectiva, donde lo que más preocupa es la vida humana como bien jurídico máximo; además de Haití, también es el caso de Somalia, Yemen, la República Centroafricana o Libia, donde la gobernabilidad es prácticamente inexistente. Ha sido un error afirmar que Nicaragua, Venezuela o Cuba son Estados fallidos.

Ello denota una falta de precisión conceptual doctrinaria básica. En verdad si algo tienen estos tres países de América Latina, que destacan por contar con regímenes policíacos de evidencia incontrastable, es que han venido funcionando eficazmente durante todo el largo tiempo que llevan como dictaduras y en los que destaca el imperio de la autoridad abusiva que recurre a la intimidación y el abuso de los derechos humanos como regla. Los Estados fallidos, en cambio, son sociedades anarquizadas donde no es identificable a la autoridad central, que en la teoría de la ciencia política y del derecho constitucional, denominamos GOBIERNO. Por eso, los regímenes totalitarios como Corea del Norte y las ya referidas dictaduras: Nicaragua, Venezuela y Cuba, son Estados donde la coacción –uso de la fuerza o violencia del Estado– y la coerción –amenaza o advertencia del Estado– tienen un alto nivel de eficacia y esa es la razón por la cual no hay evidencia de anarquía. Una prueba de esa macabra y abusiva eficacia es la manera brutal como la cúpula militar nefasta de Nicolás Maduro o el grupo formado por nepotismo a las órdenes de Daniel Ortega, vienen reprimiendo a sus pueblos. Lo que menos hay en estos países es anarquía, destacando, contrariamente, el brutal control social. Por eso son los menos parecidos a los Estados fallidos que sí es el caso de Haití.

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