Es hora de la verdad, presidenta Boluarte
La parálisis que sufre el régimen que preside Dina Boluarte mantiene a todo el Perú en vilo. Puno, por ejemplo, continúa inmovilizado; en absoluta rebeldía. Su población no sólo impide el transito por calles y plazas; paraliza los mercados y comercios; amenaza a quien se desplace sin permiso de la guardia pretoriana puneña que manipulan sujetos extremistas dirigidos por sendero luminoso, etc. Por si fuera poco, Puno prepara otra marcha violenta contra Lima, amenazando al Estado con repetir su brutal ataque armado a la capital del país. Todo ello en medio de una medida que, se supone, es extremadamente restrictiva. ¡Como el Estado de Emergencia ordenado hace dos meses; y con nuestras FFAA y PNP peligrosa, inútilmente acantonadas desde entonces en Puno en representación del que, se supone, es el Gobierno Constitucional del Perú! Es decir la parálisis de Boluarte fomenta la burla a la ley por una poblada que hace lo que le da la gana ante nuestros militares y policías, mientras estos siguen expuestos hace semanas impedidos de reimponer el orden por falta de decisión de palacio de gobierno; ¡esto, presidenta Boluarte, la retrata de cuerpo entero! Es usted un categórico figurón, incapacitado para gobernar el Perú en tan severos tiempos. Más aún, su presencia es nefasta para, siquiera, empezar a solventar la seria coyuntura en que nos encontramos. Lo advertimos desde aquel 7 de diciembre de 2022, cuando usted juramentó como Presidenta Constitucional de la República: “Cuidado con Dina” titulamos nuestro comentario. ¡Y no vamos a repetirle los argumentos porque están registrados en la mayoría de nuestras columnas!
Por lo visto, usted ha sido incapaz de mirarse al espejo y comprobar que nuestros argumentos ya se lo advertían. Hoy estamos próximos a cumplir tres meses de desgobierno suyo y, según vemos, no tiene usted la más pálida intención de hacer lo que le dicta el deber y la responsabilidad que tiene un jefe de Estado con su ciudadanía. ¡Es decir enmendar rumbos, o renunciar! Usted, presidenta Dina Boluarte, prefiere inmolarse y sacrificar –consigo– a 33 millones de seres humanos. ¡Esta es la verdad! ¡Más bien, aparentemente su verdad! ¡O incluso su percepción interesada de la verdad! Pero, cuidado, presidenta Boluarte. De ninguna manera es la realidad que quiere y demanda el país, al cual mantiene usted sometido a sus temores y/o su incompetencia para ejercer su obligación. ¡Este cargo le queda enorme! ¡Y usted lo sabe!
Pero lo que no sabe es cómo hacer para salir del laberinto en el que usted nos ha metido. Pues le cuento, presidenta Boluarte. ¡Salvo que se desprenda usted de sus alarmas y tome el toro por las astas, llamando a las cosas por su nombre (no metafóricamente, como hace ahora, parodiando inconsistencias); y a menos que entienda que en circunstancias tan dramáticas como la actual usted no puede ni debe jugar con las Fuerzas Armadas ni la Policía Nacional porque pone en riesgo a la patria; la única otra salida que le queda, de efecto inmediato, es su renuncia irrevocable!
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