Especial premio para el nuevo gobierno

Es difícil escribir en positivo sobre tu país, cuando comienzas a sentir que su futuro, el tuyo, el de la familia, el de tu entorno, comienza a ponerse complicado y que el optimismo de encontrar una solución de unión y esperanzas se aleja con fuerza.
Hace una semana, en mi último artículo, analicé con expectativa el discurso formal de nuestro Presidente ante el Congreso y el país, quien expresó que eran falsas las apreciaciones de no respetar la democracia, la libertad y respeto a la propiedad privada y que su objetivo prioritario era tener un Perú mejor para todos, en especial para los marginados.
Negativamente reiteró que era necesario tener una nueva constitución, que le permita tener el camino libre para nacionalizar vía expropiación, las inversiones mineras de las empresas extrajeras, cuando existen otras prioridades, como mejorar los servicios de agua y alcantarillado que al ser manejados por el Estado, pueden realizarlo de inmediato.
A los primeros días de su gobierno, se dio un baño de popularidad al asistir a la ceremonia realizada en las Pampas de la Quinua, recordándose la batalla de Ayacucho que consolidó nuestra independencia en 1824, después que el General San Martín la había proclamado en la Ciudad de Huaura.
En esta ceremonia el Alcalde de Huamanga, Yuri Gutiérrez convocó positivamente a la unión de los peruanos y se juramentó al Primer Ministro Guido Bellido, quien asumió su cargo teniendo investigaciones de apología al terrorismo, la noche siguiente en una ceremonia en que primó el desorden e improvisación y sin prensa, se nombró el primer Gabinete sin el de Economía, ni Justicia, quienes fueron confirmados posteriormente.
Con este difícil y complicado panorama, con un Consejo de Ministros conformado por ciudadanos con poca experiencia y conocimiento en el manejo de sus carteras, muchos de ellos con un pasado ideológico ligado al terrorismo como Héctor Béjar de Relaciones Exteriores, obviamente su política será involucrarnos con países comunistas como Venezuela y Cuba, alejándonos de los países amigos con quienes tenemos buenas relaciones comerciales.
Esta situación hacia un gobierno totalitario, va tomando fuerzas con un Presidente aislado, que no actúa con transparencia, insistiendo en lograr una nueva constitución cercana al ideario de Cerrón, alejada de la libertad y de una economía social de mercado que de inmediato, produjo la caída de nuestra moneda e incremento de los precios.
Generándose además inestabilidad y desconfianza en todas las empresas productivas del país, disminuyendo las inversiones y perdiendo en más del 50% su valoración, produciéndose inoperatividad y una fuerte disminución de puestos de trabajo, que ocasionará al igual que en Venezuela, un éxodo penoso de peruanos en busca de trabajo, lejos de su país y división familiar.
De no encontrarse un cambio de rumbo a través de un gobierno de unión en democracia, el Presidente estaría ganándose un especial premio: “por destruir un país en tiempo récord”.
Finalmente, Castillo como campesino, conoce lo difícil que es consolidar un árbol y lo fácil que resulta derribarlo. La consolidación del Perú, está en proceso y no hay necesidad de interrumpirla.

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