Esperanza para el país
El pasado miércoles, el analista político español Román Cendoya, nos dijo que “…el Perú parece estar saliendo bien de una situación muy complicada, pero por cuestión de suerte”. Cendoya nos ha permitido recordar que este Congreso, con el actual encargo de resolver qué hacer con la denuncia constitucional de la fiscal de la Nación, ha sido fruto de la planificación del gobierno de Vizcarra con la aprobación de la no reelección de congresistas y otras medidas destinadas a debilitar al Congreso.
En la práctica, se dejó de lado a los parlamentarios con mayor experiencia política, abriendo el camino a la conformación de una estructura de encubrimiento criminal en el Congreso, conocida como los “niños”. La suerte siguió del lado peruano... los niños llegaron, les gustó el sitio y se olvidaron de la consigna, que era iniciar la Asamblea Constituyente y marcharse. Es decir, la misma pauta que intentó realizarse en Chile, y ahora en Colombia.
La fiscal de la Nación hizo gala de una actuación oportuna presentando la denuncia constitucional, luego de las intervenciones a las casas y despachos de los congresistas “niños” por pertenecer a la organización criminal encabezada por Castillo. En teoría, los congresistas son intermediarios que deben representar la voluntad del pueblo y toda la ciudadanía. La realidad demuestra que muchos entraron para servirse del pueblo.
La organización criminal denunciada por la fiscal nació antes que Castillo entre al poder y fue concebida por el propio presidente para que éste pueda actuar como un avezado delincuente desde su prisión dorada palaciega. Él mismo lo demuestra cuando dice: “Si tiene que correr sangre por la calle, lo voy a hacer”. En síntesis, Castillo está atrapado en una celda de hormigón similar a la película de terror española-vasca ‘El Hoyo’. Esta prisión es un sistema de celdas verticales y quien está en la parte superior tiene el privilegio de gozar de un banquete completo. Se trata de las riquezas que le da el Perú con sus inmensos recursos. Los que están en niveles inferiores sólo pueden comer lo que les dejan los de la parte superior, hasta que no queda nada y terminen matándose unos a otros por el hambre.
Sin importarle lo que suceda abajo, el presidente está aprobando con total impunidad que se cometan actos obstruccionistas con la justicia, maltratos a la prensa, agitar masas desde los ministerios y más crímenes dentro de su prisión dorada palaciega. Busca que la fiscal esté presa en una celda con delincuentes que la amenacen de muerte. Los congresistas “niños” son encubridores del delito. La absurda falta de criterio de cualquier congresista sería expresada cobardemente con la abstención en el voto frente a la denuncia constitucional. La resistencia de Castillo a dejar su prisión palaciega lo deja atrapado en un loop de víctima en permanente defensiva, sin capacidad de ejercer la función presidencial.
Las próximas semanas serán determinantes para que el Congreso logre tomar decisiones acertadas frente a mayores indicios y certezas. El Perú debe responder al problema dentro del marco de la Constitución, con pleno conocimiento de que no existe una solución perfecta, porque quien crea tenerla está más propenso a equivocarse. Lo inquietante sería la lentitud por aprovechar el momento para resolver lo que genera daño económico y afecta nuestra reputación internacional. También preocupa llegar a una disolución y nuevas elecciones sin reformas que fortalezcan la democracia. En la actual circunstancia, seguimos siendo frágiles al divorcio entre el electorado y la política que buscaría cubrir sus vacíos con los perfiles menos democráticos. En el Perú existen líderes para sacar adelante un debate oportuno que evite la corrupción y actúe de forme unida por el bien hacia el futuro.
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