Estados Unidos invadirá Venezuela
No voy a hacerme la pregunta -como otros respetables columnistas, dentro y fuera del Perú, si acaso Estados Unidos de América, invadirá o no Venezuela. No lo hago porque la creo inevitable, decidida y hasta inexorable. El gobierno republicano que preside Donald Trump, hace rato le ha bajado el dedo a Nicolás Maduro, dictador de Venezuela, al que considera el cabecilla o jefe de una banda criminal dedicado al narcotráfico. Distinto es saber si dicha invasión es inminente o tendrá que esperar el tiempo relevante para quedar enmarcado en una operación sorpresiva por parte del gobierno de Caracas que se muere de miedo comenzando por el propio Maduro y la cúpula de los delincuentes con los que continúa al frente del poder político y militar venezolano, reteniéndolo por el uso de la fuerza que sigue administrándolo, y técnicamente en la posición de usurpadores del poder político, pues lo detentan, es decir, nadie se los ha dado Efectivamente, Maduro se puso en acto marginal al estado de derecho al retener el poder bajo el imperio de la intimidación. Por supuesto que la Casa Blanca para nada hace referencia a estas características de Maduro si no, en cambio, a su condición de delincuente y que encabeza una banda criminal llamada Cártel de los soles, dedicada al tráfico ilícito de drogas que ha venido impactando negativamente en la sociedad estadounidense, principalmente la juventud de este país. Washington, entonces, seguramente debe estar esperando configurar el momento adecuado para realizar la incursión militar en Venezuela. No me cabe la menor duda. El impresionante desplazamiento naval hasta muy cerca de las costas venezolanas -ojo, no han ingresado en las 200 millas de Venezuela-, únicamente para disuadir, realmente no lo cree nadie. Trump no está para hacer la finta. Al contrario, está esperando el momento idóneo y esta realidad no la sabemos pues será convertiros en expertos de la ficción y analistas del empirismo, o sea completamente ajenos del rigor del razonamiento científico que es propio de la ciencia de las Relaciones Internacionales que estudia el poder político como fenómeno a lo largo y ancho del globo. Maduro, por tanto, cruza los dedos porque podría sucederle que, al propio interior del chavismo-madurismo, se decida voltear la torta en su contra -evaluarán los pro y contras y concluirán que no valdrá la pena arriesgar la vida, y Maduro, ante esa durísima circunstancia, se vea completamente desesperado y vulnerable. Washington está buscando el mejor pretexto y si no lo encuentra, pues lo creará sin mayor problema. Estemos atentos al momento esperado en el que Maduro será detenido, enmarrocado y llevado a los Estados Unidos para ser depositado en una cárcel como pasó a Manuel Antonio Noriega, dictador de Panamá, o al Chapo Guzmán, narcotraficante de México, salvo que decida negociar dominado por su hermetismo y abandone Venezuela rumbo a Nicaragua o Cuba donde seguramente podrían darle posada, o finalmente, por su actitud recalcitrante, termine muerto, tal como ha pasado a muchos otros tiranos a lo largo de la historia política de América Latina y del mundo.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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