Estados Unidos y China por la supremacía económica
Las pugnas y las tensiones entre Estados Unidos de América y la República Popular China, parecen no tener fin. La desesperación de Washington porque Beijing no se dispare comercialmente es tan lógica para el Estado que todavía sigue siendo el país más poderoso de la Tierra, como la del gigante asiático enceguecido por seguir restándole espacios de influencia a los norteamericanos en diversas partes del globo y con ello pasar a comandar la historia de la sociedad internacional amparado en la ciclicidad del poder planetario.
La rivalidad entre ambas superpotencias, entonces, es esencialmente económica y el formato de las tensiones militares en que se expresa dicha rivalidad, que no ocultan, es el factor externo disuasivo para ponerle freno a la hegemonía que Beijing quiere ganar y Washington no quiere perder. Cuando se trata del control del poder mundial, así funcionan las relaciones entre actores relevantes.
Roma y Egipto, España y Portugal, Francia e Inglaterra y Estados Unidos y la Unión Soviética, son la mejor evidencia histórica de esta realidad internacional. Con objetividad, más allá de los recientes sobresaltos financieros de China, su enorme poder económico en ascenso es tan real como el ciclópeo poder militar de Estados Unidos para detenerlo o acabarlo. Pero la conducta disuasiva que vienen practicando es muy riesgosa.
Es probable que ninguno quiera ingresar en una etapa bélica y la prueba de ello es que Washington y Beijing han cuidado de no aparecer como partes de la guerra entre Rusia y Ucrania; sin embargo, esta realidad no los ha detenido en sus objetivos de brindar directa o indirectamente la mayor cantidad y calidad de apoyo armamentístico a los combatientes. Sigo creyendo que el poder militar que ostentan seguirá encaminándose hacia la acción disuasiva, de lo contrario, habremos ingresado en una fatal etapa regresiva o de involución debiendo tener que preocuparnos.
Es verdad que no podré sostener por siempre este análisis si acaso ambos Estados suman, cada uno por su lado, en debilidades. El primero que se vuelva visiblemente vulnerable irá en desventaja pues en la dinámica del poder mundial los Estados poderosos no solo deben serlo sino también parecerlo. Los espacios geopolíticos que va ganando China, como es el caso de América Latina, consiguiendo que sus países lo tengan como primer socio comercial o la Unión Europea que en palabras de Josep Borrell, jefe de su diplomacia, al calificar a China de “Súper Poder” parecieran rendirse a sus pies, preocupando a Estados Unidos; sin embargo, Washington jamás se ha mostrado de brazos cruzados y por eso ha decidido una efectiva respuesta de neutralización, ingresando en las áreas de influencia de China, que se ha mostrado irritada, como es el espacio del Indo-pacífico (Mar Meridional de China) a través del AUKUS, que es la alianza estratégica que lleva adelante con el Reino Unido y Australia, y apretando con sanciones a los aliados de Beijing. Todo –insisto– por supremacía la económica.
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