Estados Unidos y la fase dos sobre Venezuela
La fase dos, si acaso no hay todavía una fase tres, no puede significar otra acción estratégica estadounidense, que la militar sobre Venezuela, a cuyo dictador el gobierno del presidente Donald Trump, considera un delincuente internacional, líder de dos cárteles, del Tren de Aragua y de los Soles. El decurso, muy lógico por su planeamiento, con objetivos que suponen pasos ascendentes, sin marcha atrás, contempla, en palabras de Trump, una arremetida “en tierra”, que no puede entenderse que sea otro lugar que la inexorable invasión de los comandos de Estados Unidos en territorio de Venezuela, con el exclusivo objetivo de detener y llevarse de vuelta a Nicolás Maduro, y seguramente con él, a los militares que lo han mantenido en el poder (Diosdado Cabello y Vladimir Padrino), que no son otros que los miembros de la cúpula que aun controla por la fuerza el país llanero. Toda la incertidumbre que se vive al interior de Venezuela, incluido el completo hermetismo y desesperación del régimen, esto es, el asunto de un eventual atentado en el marco de la embajada estadounidense en Caracas, los llamados al reclutamiento y entrenamientos de porciones de venezolanos, que más parece ser la preparación de una población que terminaría siendo una especie de carne de cañón, tal como lo ha previsto Maduro dado que serían la primera línea de batalla que “enfrentaría” a las fuerza de élite de los Estados Unidos, así como las invocaciones desesperadas del régimen a la reacción del continente frente a la decisión ya tomada por la Casa Blanca, que acordó bajarle el dedo, no son otro episodio que el previsto en el referido plan de invasión de Washington sobre la Venezuela de Maduro. En esta columna hemos defendido y mucho nuestra oposición a una intervención militar sobre Venezuela porque este principio del derecho internacional protege incluso a las dictaduras o hasta a los regímenes totalitarios que persisten en algunas partes del mundo (Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, por ejemplo); sin embargo, el hecho de que un régimen de un paso al costado y de conservar un modus operandi político con la gobernanza estatal que no compartimos, de otro, que desnuda su vinculación con acciones delictivas recurrentes y sistemáticas en un tiempo relevante como para concluir que el país está dominado por delincuentes, le quita todo piso y peso al régimen, dando pie a que Estados Unidos haya creado su propia estrategia que es, de un lado, jurídico-política (aumento de recompensa hasta los 50 millones de dólares, para la detención de Maduro, calificado de líder de un cártel de la droga, declaración de lucha contra los cárteles de las drogas, propiamente dicho, y de sus cabecillas, y la reciente declaración de conflicto armado, etc.), y de otro, la acción militar iniciada en el mar, es decir, la eliminación selectiva de embarcaciones que habrían estado transportando droga hacia los Estados Unidos, y ahora, una inminente operación en tierra firme para consumar el objetivo de reducir a Maduro y ponerle coto al funesto capítulo de 25 años del chavismo-madurismo en Venezuela. Solo queda esperar la inexorable consumación de la fase dos, tres, etc.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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