¿Estamos listos para ser un país realmente libre?
Los derechos directos de todos los peruanos se basan en tres aspectos: seguridad, salud y educación. Estoy convencida de que si otorgas a tu gente estos tres factores, vas a dar las herramientas necesarias para salir de la pobreza; lo demás será la fortaleza de cada ser humano. Sin embargo, los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás. Por lo tanto, nada en el ámbito de “derechos” es absoluto.
Por otro lado, cuando ingresamos al debate sobre qué derechos está defendiendo la justicia en el país, ¿los fiscales y jueces están centrados y alineados en defender a las víctimas? ¿O nuestra justicia está condicionada con lineamientos internacionales, cuyo razonamiento se basa en poner a la víctima al mismo nivel de un delincuente?
Para nuestra patria, es completamente legítimo y legal defender a la víctima y sus derechos por encima de aquel que quiso destruirlos. En el debate de una denuncia total a la Convención Americana de Derechos Humanos, lo cual es la única forma de no ser más parte de la Corte IDH, se habla principalmente de las consecuencias. ¿Qué implicaría para Perú? Nada. La pregunta que yo haría a los peruanos es: ¿estamos listos, unidos y determinados a tomar las riendas de nuestro país en las manos de un verdadero líder que guíe los destinos de esta patria? La mayor preocupación que tenemos ante esta incógnita es el orden y estructura de nuestra propia justicia. Ningún peruano tiene seguridad jurídica. Los niveles de corrupción en nuestro país son realmente alarmantes y es un cáncer que va a terminar por destruir al país.
Somos un país inseguro y violento. Estados Unidos, Australia, Reino Unido, España, Canadá y otros han recomendado a sus compatriotas no viajar a Perú. No necesitamos mano de obra barata: eso es lo que tenemos en abundancia. El desempleo ha aumentado a 6,4 %, y hay más de un millón 500 mil jóvenes que no estudian ni trabajan. Necesitamos personas que contribuyan al país con conocimiento y creación de riqueza. Y no vamos a lograr ello si tenemos a nuestras espaldas un convenio que pone en el mismo saco a las víctimas y al delincuente.
La primera vez que nuestro país decidió e intentó salir de la Corte Interamericana de Derechos Humanos fue en 1999. No lo hicieron de forma correcta. Ergo, la CIDH rechazó el retiro por aspectos técnicos más que por fundamentos de fondo que afectan a nuestra patria. El pasado nos tiene que enseñar lo que no debemos hacer en el presente. La única forma de salir y no reconocer más las órdenes que lance la CIDH contra el Perú es denunciando a la Convención Americana de “Derechos Humanos”. Lo demás será un proceso largo, interesante, una guerra de argumentos y no de ataques. A la Corte IDH no vamos a ganarle con ataques: tenemos que atacar con argumentos.
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