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Estofado canadiense

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Fecha Publicación: 13/06/2020 - 22:10
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Son tantos los problemas que padecemos hoy los peruanos a consecuencia del Covid-19 y el fracaso de las políticas públicas para contenerlo –tanto en el rubro sanitario como el económico– que existe poco margen para abordar ciertos desaguisados a los cuales algunos exhiben tremendas ganas de echarle agua fría.

Me refiero al tema que traté aquí la semana pasada respecto a la carta de cuatro embajadores extranjeros dirigida al presidente del Congreso, Manuel Merino, donde le expresan su “profunda preocupación” por la Ley N° 31018 que suspende el cobro de los peajes de la red vial nacional, afectando a las empresas concesionarias “cuyas inversiones se originan en nuestros respectivos países”.

El mismo domingo 07, cuando se publicaba mi columna y en otro diario la del internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mac Kay, ambos rechazando este acto inadmisible de diplomáticos que burlaban el canal de la Cancillería como lo estipula la Convención de Viena de 1961, el ministro de Relaciones Exteriores, Gustavo Meza-Cuadra, estaba ya sentado con Merino dejando en claro también su postura de extrañeza por lo mismo.

El gesto de Meza Cuadra y su posterior empeño para que los embajadores en cuestión dejarán sentado por escrito las disculpas del caso, me convenció de su absoluta distancia del entuerto. Mi hipótesis de un contubernio solapado entre Torre Tagle y el promotor de la misiva, el embajador de Canadá Ralph Jansen, para cambiar el destino de ella a fin de hacerla pública y cargar las baterías de la ciudadanía contra un Parlamento en franco proceso de descomposición grupal, quedó desbaratada.

Sin embargo, el hecho que la bendita carta de “disculpas” no haya sido más que un saludo a la bandera (llegan a hablar de un “malentendido” como si los lectores fuéramos culpables de su acción deliberada) y la aparición de una crónica muy bien estructurada por el colega Fernando Vivas, publicada ayer en la versión digital de El Comercio, me devuelve al convencimiento que todavía hay circunstancias insubsanables en todo este embrollo.

Vivas resalta varios elementos trascendentes: Merino se enteró de la carta por la prensa (lo que ratifica el mero interés de su publicidad), la versión de una fuente sobre el malestar de la embajadora de Colombia quien se habría sentido “arrastrada” por Jansen para ese propósito y la negativa de la embajada canadiense a ratificarle o no si Jansen habría conocido al presidente Martín Vizcarra cuando éste era nuestro embajador en Canadá y el primero se desempeñaba como Director General de la Oficina de Evaluación y Resultados de su cancillería. Perú es el primer destino diplomático de Jansen en el extranjero.

Aquí hay un estofado canadiense cuyos insumos todavía nos falta averiguar.