Estrategia y división en la Toma de Lima
A pesar de toda la cobertura que le dio gran parte de la prensa, la llamada Toma de Lima, que se inició el 19 de julio, por lo menos en su primer día, no logró nada concreto, lo que claramente debilita la protesta y fortalece, aún más, al gobierno de Boluarte.
La presencia de políticos y figuras mediáticas con mensajes diferenciados, diciendo que apoyan una pero no otra cosa, no ha hecho más que volver vacío su mensaje. La conclusión simple para la mayoría de peruanos es que el conjunto de manifestantes ni sus líderes saben lo que quieren, más allá de mantener vigencia política hasta las próximas elecciones, lo que los lleva a tener públicas y constantes disputas internas.
La verdad es que, organizadamente, ni siquiera quieren que las elecciones sean pronto, pues en muchos casos los partidos que representan aún no están inscritos o sus líderes están imposibilitados de postular.
El cuento de que “se vayan todos” ya se nota artificial, si no cuando Fuerza Popular propuso que las elecciones generales fueran este año, eso se hubiera aprobado sin problema. ¿Acaso la izquierda en el Parlamento no ha votado junto con el fujimorismo en otras oportunidades? Lo único claro es que los parlamentarios, de todos los colores políticos, no quieren dejar sus curules, por algo muy simple: nadie quiere perder poder, y tampoco un sueldo por lo menos diez veces superior a un sueldo mínimo. Entonces, surge la esencial duda del ¿para qué?, pregunta que desinfla cualquier protesta cuando aparece y la sectoriza a quienes tienen algún interés particular.
Si bien es cierto que hay delegaciones que siguen llegando a Lima, todo indica que será muy difícil para los manifestantes alcanzar las cifras del miércoles 19 de julio (cuando fueron entre 10 y 15 mil personas en cercado de Lima), debido a que la tendencia de las protestas, al no lograr resultados concretos, es a debilitarse, por lo menos, cuantitativamente.
En Lima, la actuación de la policía, estratégica y efectiva, logró dividir la protesta y contener, sin muchas dificultades a los manifestantes: los más agresivos, que son quienes suelen ir adelante, fueron separados del grueso del grupo.
A diferencia de otras ocasiones, esta vez, la policía permitió que la manifestación llegara hasta el Congreso de la República, lo que parece parte de la estrategia de contención que aplicaron, pues una vez la vanguardia de la protesta se detuvo y el resto de manifestantes empezó a bajar su velocidad significativamente, la policía tomó posiciones para dividirlos y empezar a hacerlos retroceder hacia dos frentes distintos y sin canales de comunicación directos.
Se aplicó un principio básico de estrategia. Las masas de personas son similares a las masas de agua, si se mueven lento, son fácilmente moldeables, pero si avanzan con velocidad, pueden destruir cualquier barrera y arrastrar todo a su paso.
Debido a que no contaban con la fuerza del movimiento y la velocidad, un contingente de policías pudo hacer frente a una masa numéricamente superior: al estar detenidos, la fuerza de los manifestantes para avanzar era solo la de sus líneas delanteras, las que eran superadas, por equipamiento y entrenamiento, por las fuerzas policiales.
Vale recalcar que, además, la legislatura ya había terminado, por lo que los congresistas, por lo menos en su mayoría, no se encontraban en las instalaciones del Congreso, lo que reducía los riesgos en caso de que la estrategia no funcionara.
Más allá de todas estas razones, la protesta contra el gobierno de Boluarte no viene resultando y no congrega a multitudes, principalmente, porque las instituciones, políticas, económicas y sociales que dan sustento a nuestra democracia representativa no creen en esa protesta, no le brindan su respaldo, y más bien sí se lo brindan a la Constitución, al Estado de Derecho y a la soberanía nacional.
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