Evitemos que el terrorismo retorne
Después de los lamentables actos destructivos del mes de diciembre, se esperaba que pase un tiempo, antes que estos se vuelvan a presentar trayendo caos, destrucción, muerte y pobreza.
Resulta penoso y peligroso este reinicio con fuerza en la zona sur del país (Juliaca – Puno) donde se produjo un fuerte enfrentamiento entre los grupos que promueven el desorden y la desestabilidad, y las fuerzas policiales y el Ejército que, por ley, deben imponer el orden y la estabilidad. Lo más lamentable es la pérdida de la vida de muchos peruanos y cientos de heridos que por su gravedad o falta de atención oportuna, incrementan el número de lisiados o muertes.
No comprenden que los bloqueos de aeropuertos, puentes y las carreteras los perjudican a ellos mismos, a sus familiares y amigos que los necesitan para trabajar y realizar sus actividades; igualmente incendiar innecesariamente las comisarías, los hospitales e instituciones judiciales y escolares, produciendo millones de pérdidas, y al poco tiempo solicitan su reposición. Lo difícil es explicar las razones del por qué arriesgan o pierden sus vidas, cuando pueden realizarlo pacíficamente en favor de su región.
Los actos destructivos son calificados como terrorismo, olvidando que hace 25 o 30 años el Perú ya vivió esta penosa realidad, en que murieron alrededor de cien mil peruanos, entre los terroristas, los policías, militares y los ciudadanos que por diferentes razones fueron víctimas. Además, destruyeron millones de dólares de nuestra débil infraestructura, ocasionando que hoy necesitemos más de 200 millones de dólares para recuperarla y disminuir este importante déficit.
Recordemos que los anteriores actos de terrorismo se efectuaban con una dirección y planeamiento con líderes ocultos y que el accionar de inteligencia demoró años para ubicar y capturar a su escurridizo, máximo líder, el genocida Abimael Guzmán, lo que permitió desbaratar este complicado movimiento de terror y destrucción.
Los actuales dirigentes y promotores de este movimiento destructor son conocidos y actúan abiertamente y están identificados, lo que nos da esperanza que en poco tiempo el Perú podría desarrollarse en paz, las justas protestas se harán sin causar daño, sin grupos que bloqueen carreteras y sean considerados como “secuestradores”, trabajar en libertad sin interrupciones y preparándonos para unas apropiadas elecciones en abril de 2024, teniendo la experiencia de la última, que en 18 meses de Castillo sólo trajo división, odio y grupos disociadores que continúan fomentando los hechos que hoy vivimos.
Los últimos complicados acontecimientos nos llevan a analizar las razones del accionar del Sur, a pesar de que cuenta con especiales riquezas naturales y un turismo espectacular, reacciona muy diferente a Lima y al Norte.
El Domingo en el Diario La República el Dr. José Luis Rénique, detalla un interesante enfoque de las diferencias y la radicalidad de Puno, diciendo que este: “es una prueba ácida de la República Peruana, por ser fronteriza, identificada con lo indio, con lo extremo”, etc.
Coincidentemente he viajado en automóvil al Norte del Perú y pude apreciar mejoras y también pobreza similar al Sur, pero sin violentos movimientos, estimando que el clima y la poca altura influyen, en parte, en su diferente reacción.
Finalmente, debemos tener presente que tanto el pujante Sur, como el atractivo Norte, deben actuar unidos y en paz para lograr el progreso del país.