Exigir liberación del golpista desmerece todo estallido social
¡Sí existe! No podemos tapar el sol con un dedo, hay descontento popular en el Perú, sobre todo en las provincias del interior que les ha llevado a tomar sus calles y plazas para hacerse escuchar, determinados a desencadenar un cambio a su favor. Crisis social que no nació ahora, existía y fue in crescendo originada por ausencia del Estado en las zonas rurales y de nuestra Amazonía, peruanos a quienes no les llegó los bemoles del crecimiento económico de las últimas décadas, que conocieron el mismo infierno al desatarse la pandemia de la covid-19 por la precaria infraestructura de salud que se cobró más de 219 mil muertos y encima tener que espectar con impotencia los altos niveles de corrupción de sus líderes y autoridades sin poder combatirla cara a cara porque su prioridad era principalmente “sobrevivir” a tanta desgracia. La población postrada en la pobreza y pobreza extrema se encontraba a punto de ebullición y se creyó representada por el sindicalista Pedro Castillo, nefasto personaje que capturó la confianza de las víctimas de la desigualdad social al ser profesor y a la sazón rural, oficio tenido por entrañable por la ciudadanía, a la que defraudó de forma exprés, no solo por la corrupción de su gobierno que investiga los operadores de justicia, sino por atentar contra el Orden Constitucional del país, al pretender dar un golpe de Estado desde su privilegiada posición de jefe del Estado.
El golpista y varios de su entorno palaciego, para tratar de cubrir su ineficiencia, sindicaciones de corrupción y quién sabe pretensión de retener el poder más allá de su mandato, en opinión de esta columnista, aprovecharon el caldo de cultivo de la desigualdad social existente en el país y problemas sociales que son multidimensionales, para inyectar mensajes divisionistas y de discriminación entre peruanos, azuzar falsas superioridades achacadas a los pobladores de la urbe con respecto a los rurales, soliviantando incluso los ánimos de la población contra la gente de prensa que cubría la noticia, lo que pudo haber desembocado en un linchamiento público.
Todo esto es historia conocida y de ahí las grandes protestas sociales que vienen cuasi paralizando al país; descontento hay, no podemos negarlo, del que se cuelgan sátrapas y odiadores del Estado de Derecho para sembrar la anarquía, pero es vital separar la paja del trigo. Toda pretensión de las masas es debatible, no hay nada escrito en piedra, el derecho es dinámico por su propio carácter social, pero lo que no se entiende y no es negociable, es la justicia y el respeto al Orden Democrático que fueron vulnerados por Pedro Castillo y compañía, él está donde debe estar, en prisión, en la que pronto estarán sus secuaces, de manera tal que este estallido social se desmerece al pretender un sector la liberación del golpista y su reposición en el cargo, todo lo que es un imposible juridico.