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Existe libertad de comunicación aérea

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Fecha Publicación: 07/09/2023 - 21:20
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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, o sus asesores, no conocen la naturaleza jurídica del espacio aéreo de un Estado, de acuerdo con el derecho internacional, o una vez más busca llamar la atención, luego del silencio que ya creíamos resultado de la persuasión de su señora canciller. En lo que será la ruta para su viaje hacia Chile, el presidente azteca dijo en sus habituales conferencias mañaneras, en la víspera, que “como no queremos que nos hagan una majadería porque como es público y notorio, no tenemos buenas relaciones con el gobierno de Perú, no vamos a solicitar pasar por espacio aéreo, vamos a dar un rodeo para llegar a Santiago de Chile”.

Será bueno recordarle de que la Constitución Política del Perú consagra en su artículo 54 la libertad de navegación aérea. Así lo dice textualmente: “El Estado ejerce soberanía y jurisdicción sobre el espacio aéreo que cubre su territorio y el mar adyacente hasta el límite de las doscientas millas, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional, de conformidad con la ley y con los tratados ratificados por el Estado”.

En buen romance lo que consagra nuestra Carta Magna, y de paso las constituciones de la inmensa mayoría de países del planeta, es que existe la libertad de navegación aérea, por lo que el Perú no se verá afectado si acaso el avión que traslade al mandatario azteca decida surcar nuestros cielos. ¿Se imagina usted, apreciado lector, cuantas aeronaves vienen sobrevolando el espacio aéreo del Perú y el de otros países con el objeto de movilizar a miles de viajeros por diversos puntos del mundo, mientras usted lee mi columna?

Por mi propia experiencia sobre el espacio marítimo, cuyas reglas son exactamente las mismas que para los cielos, podría asegurar que sigue cundiendo la idea errada de que el espacio aéreo y los mares son vistos jurídicamente como el suelo o continente, es decir, como espacios que se pueden poseer y eso no es así y por tanto debemos decidir si son ocupados o no. Nadie podría tener propiedad sobre un pedazo del cielo como se creía durante la Edad Media en que los labradores trabajan toda su vida con el objeto de dar un diezmo y asegurar un espacio del firmamento para toda la eternidad. Lo mismo sucede con las aguas que nadie podría invocar posesión y mucho menos propiedad, lo que, en cambio, sí pasa con el suelo cuando se cuenta una propiedad de facto para luego volverse de iure.

Por tanto, nada le va a pasar al avión mexicano y mucho menos habrá algún incidente diplomático por surcar nuestro bello firmamento pues el Perú jamás impedirá que dicha nave vuele por nuestros aires contradiciendo el espíritu y la letra de la Constitución de 1993. Habría que decirle a López Obrador que, además de que provocará que haya un mayor consumo de combustible para la aeronave y que demandará un mayor esfuerzo de los pilotos para desplazarse absurdamente por distancias ciclópeas, se perderá de ver desde su cómodo asiento en el avión, la indescriptible belleza de nuestra mágica e imponente cordillera de los Andes.

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