«Exitosa» participación de Perú en el mundial de la corrupción

El Perú, en un reciente estudio de Transparencia Internacional sobre la percepción de la corrupción en el mundo, se ubica en los primeros lugares compitiendo con los más corruptos de América Latina. Sólo es considerado menos corrupto que la Venezuela de Maduro, la Nicaragua de Ortega y el México de López Obrador, pero es percibido como más corrupto que el Brasil de Lula, la Argentina de la dupla Fernández-Kirchner y la Colombia del exguerrillero Petro.
El Perú y estos seis países, están dentro de las cuarenta naciones más corruptas del mundo. Lamentablemente todos ellos tienen algo en común, han sido gobernados por la nefasta y empobrecedora izquierda comunista.
Las brisas bolivarianas de Hugo Chávez, ahora convertidas en poderoso huracán, se han fortalecido en la región con dinero de la corrupción, replicando un modelo que buscando impunidad debilita y corroe el sistema de justicia en cada país “hermano”.
No hay duda que la corrupción en Perú, en la última década, ha hecho méritos más que suficientes para ser percibido así. Es imposible ocultar que los últimos presidentes, Humala, Kuczynski y Castillo, han sido privados de su libertad por presunta corrupción.
Pero no debemos ser mezquinos en reconocer el “trabajo” de Pedro Castillo y Martín Vizcarra, quienes, con su ilícito desempeño, son los que más han “contribuido” para la obtención de este vergonzoso “logro” que indigna a millones de peruanos. Castillo está recluido en un penal mientras espera sentencia definitiva. Vizcarra parece intocable. Hasta ahora sólo ha sido inhabilitado por el Congreso para ejercer cargos públicos por diez años. Por denuncias similares a las suyas, otros recibieron prisión preventiva.
El sistema de justicia también está en el podio como parte responsable de esta desgracia. Apena comprobar que a pesar de las incontables denuncias de escandalosa corrupción y después de dilatados e inacabables procesos judiciales, que incluyen investigaciones, allanamientos, colaboradores eficaces y mucho circo mediático, hasta ahora son muy pocos los acusados, sentenciados y encarcelados. Pareciera que algunos malos jueces y fiscales sólo hicieran la finta de perseguir la corrupción. Ante la inacción de la justicia la corrupción se sigue metiendo al bolsillo más de 30 mil millones de soles cada año.
La misma película la hemos visto muchas veces. Fiscales que aducen no tener estructura suficiente para actuar con celeridad. Por ello no investigan en profundidad, ni presentan pruebas contundentes para sustentar su acusación. Esto es aprovechado por algunos jueces perversos que han desarrollado habilidades “blandas” para destrozar con facilidad los endebles argumentos de los fiscales, aprovechando para liberar con leguleyadas a tanto facineroso.
La corrupción ha tomado por asalto el Estado. Corruptos y corruptores se han subido al bote de la injusticia y juntos navegan felices en el mismo desagüe.

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