Expectativas pelotudas
No dejan de sorprenderme los márgenes de buena fe con los cuales diversos analistas del acontecer político nacional esperan o recomiendan un cambio de rumbo al presidente Pedro Castillo, vista la suma de acciones provocadoras y disparatadas que caracterizan su primer mes de ejercicio gubernamental. Me resultaría muy atrevido calificar los motivos de esos analistas y por ello prefiero adherir a la premisa de que solo los impulsa el amor al Perú y la necesidad de darle luces sensatas al Poder Ejecutivo.
Sin embargo, es inviable detenerse en la lectura de sus propuestas porque conducen al abismo de una torre de Babel. Fórmulas que apelan al “diálogo y la concertación”, “nuevas alianzas parlamentarias”, “Gabinete de unidad nacional”, “meritocracia en los puestos públicos” y otros, no toman en cuenta que Castillo y su gente – matices más o menos – hablan un lenguaje distinto al de las libertades democráticas. Su idioma político tiene esencia marxista, autoritaria, controlista y usurpadora. Por ende, les suena ajeno un programa de soluciones basadas en el sentido común.
La práctica oficialista durante la semana precedente corrobora cómo se ha fortalecido su impermeabilidad a la lluvia de críticas certeras y peticiones de enmienda. Parte desde la protección a los dos más grandes impresentables del gabinete ministerial, el premier-misógino, pro Sendero Luminoso y sospechoso de canalizar recursos sucios, Guido Bellido; y el ministro de Trabajo Iber Maraví, otrora activista cercano a los asesinos del mismo grupo subversivo.
Lo sigue la sorpresiva remoción del comandante general de la Policía, General PNP César Cervantes, luego que este cuerpo de seguridad interna ejecutara – como lo manda la ley – la orden judicial de allanamiento a los locales del partido Perú Libre, el que llevó a Castillo a la presidencia, y se relevara a un agente asignado de manera irregular a prestar custodia al secretario general de dicho partido, el condenado por corrupción Vladimir Cerrón.
Se agrega el nombramiento como titular de la Dirección Nacional de Inteligencia al mayor retirado de la PNP, José Luis Fernández, quien presenta diversas denuncias por corrupción, abuso de autoridad, agresión, además de haber incurrido en desobediencia y negligencia, tal como lo revelan algunas plataformas de investigación periodística. Su único mérito: ser coterráneo de Castillo.
Por último, están las declaraciones del ministro de Economía Pedro Francke, el cual ahora deja en suspenso la ratificación de Julio Velarde como presidente del BCR pues dependerá de si le serán cómodos o no los tres directores que nombrará el gobierno.
El parlamentario oficialista Guillermo Bermejo ha dejado para la posteridad el concepto de “pelotudeces democráticas” en referencia a los mecanismos de nuestro sistema político todavía imperante. Por extensión, imploro a los analistas de buena fe reservarse las expectativas pelotudas sobre un giro positivo del presidente Castillo Terrones. Otras son las tareas.