¡Expectoren ya a Salas Arenas!
Si realmente los peruanos aspiramos a tener, ¡por fin!, elecciones democráticas confiables, limpias, exentas de trampas, de dudas o lo que fuera, entonces no podemos admitir que el Jurado Nacional de Elecciones siga siendo presidido por un comunista cuestionado por la escandalosa participación que tuvo en los comicios de 2021, cuando le regaló el triunfo a Pedro Castillo, comunista como él.
Los antecedentes que rodean al tal Jorge Luis Salas Arenas, increíblemente integrante de la Corte Suprema de la mal llamada Justicia Peruana, no admiten que la sociedad confíe en él para presidir –con la debida credibilidad, honorabilidad y sentido del cumplimiento de sus funciones– organismo, ente u oficina pública alguna, debido a los malos antecedentes que exhibe en materia de deslealtad para con la sociedad peruana, fehacientemente demostrada durante las veladas elecciones 2021.
Es más, en marzo de este año el Ministerio Público le abrió una investigación fiscal por “presunta negociación incompatible o aprovechamiento indebido del cargo, en su condición de juez de la Corte Suprema de Justicia, escándalo ocurrido a finales del año 2017”, corroborado por nueva información aparecida a principios del año corriente.
Al respecto, también a inicios de este año, el parlamentario Alejandro Cavero presentó otra denuncia –esta vez constitucional– contra este tal Salas Arenas, por permitir la inscripción en el registro de partidos autorizados por el Jurado Nacional de Elecciones de la agrupación Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (A.N.T.A.U.R.O.), que patrocina precisamente la postulación presidencial de Antauro Humala Tasso, estando prohibida la inscripción de partidos con nombres alusivos al candidato que los representan.
En esa denuncia constitucional, Salas Arenas aparece como “responsable político, por admitir a un actor antidemocrático en el sistema electoral” que no es otro que Antauro Humala Tasso, “con lo cual José Luis Salas Arenas habría configurado una infracción a la Constitución que merece un antejuicio político y su posterior destitución por el Pleno del Congreso”.
De otro lado, el mismo Salas Arenas está empitonado por la Comisión Permanente del Congreso, que –por 25 votos a favor; ninguno en contra– le otorgó quince días de plazo a la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales para investigar la denuncia constitucional contra Jorge Luis Salas Arenas por el caso Antauro, presentada por el congresista Cavero.
Por otra parte, en marzo de este año el fiscal de la Nación, Juan Carlos Villena, ha presentado otra denuncia constitucional contra el tal Salas Arenas “por presunto delito de aprovechamiento indebido del cargo y negociación incompatible, en la modalidad de investigador”, en un caso relacionado a “Los Cuellos Blancos del Puerto”. Cargos como el que ejerce este tantas veces cuestionado Salas Arenas, merecen recordar aquello de “La mujer del César no sólo debe serlo, sino parecerlo”.
Perú ha soportado demasiados ataques atentatorios contra su democracia como para mantener en la presidencia del JNE a un sujeto con semejantes antecedentes, teniendo en perspectiva un proceso electoral de capital trascendencia que el país no debe darse el lujo de confiar en alguien como él. El Congreso tiene la palabra. ¡Fuera Salas Arenas!
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