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Experiencias en el «Metropolitano»

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Fecha Publicación: 28/02/2024 - 22:50
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Tanto se habla del transporte público masivo en nuestra ciudad capital con opiniones encontradas, más por las críticas de los reporteros de medios masivos de comunicación que de aquellas que no se escuchan porque surgen de la masa de usuarios que utilizan el sistema, que decidimos experimentar el uso del “Metropolitano” para extraer nuestras propias conclusiones.

Ingresar al Cercado de Lima es una necedad el utilizar carro propio si el ingreso es todos los días así que vista la situación de esa manera, el “Metropolitano” no solo es el medio ideal para desplazarse hasta allí evitando el caos vehicular limeño, especialmente en las horas llamadas “punta”, sino porque el tiempo del sufrimiento si es que hay incomodidad es mucho menor y el costo también.

Sin embargo, con la modifiación de paraderos y servicios nos encontramos con los “Expresos” y los servicios “A” y “C”.

Los “Expresos” solo se detienen en algunas estaciones y casi siempre pasan vacíos o semivacíos, unos detrás de otros, con pequeños intervalos en su secuencia sea de norte a sur o viceversa.
El servicio “A”, según algunos controladores que se ubican de cuando en vez en alguna estación, comienza a operar de norte hasta la estación central desde tempranas horas de la mañana y de sur hasta dicha estación a partir de las diez de la mañana. Sea como fuere, es de advertir que casi todos los buses con la letra “A” pasan muy seguido y semivacíos.

El servicio “C” que constituye el real transporte masivo porque se desplaza toda la ruta desde norte a sur y viceversa deteniéndose en todos los paraderos, aparece con menos frecuencia que los “Expresos” o buses con la letra “A”, motivando que las colas en los paraderos acumulen grandes cantidades de usuarios que, obviamente, al ingresar en tropel por las tres puertas saturan la capacidad del vehículo a la voz de “al centro hay sitio” que profieren los controladores.

Demás está decir que, convertido el bus en una especie de lata de sardinas, los empujones y acomodos, porque muchos pasajeros cargan grandes y pesadas mochilas, señoras que van con sus niños y gente de la tercera y cuarta edad a quienes nadie cede el asiento, son inevitables, de modo que si alguien utiliza este medio de transporte debe resignarse a roces y apretujones.

Después de viajar así durante dos semanas solo en una oportunidad, al producirse el abordaje en la estación central por una muchedumbre que hacía cola desde hacía mucho rato, una señora protestó a gritos y con una procacidad poco común por una presunta mano agresora que se había introducido por la parte posterior de su intimidad. Se bajó tres paraderos más adelante. Ni los controladores ni el chofer dijeron ni hicieron nada porque no se podía demostrar la presunta agresión con el tumulto y desorden del abordaje masivo.

Parece necesario que se replantee el servicio “C” con mayor número de buses y frecuencias más rápidas para aliviar los paraderos y también para bienestar de los pasajeros.

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