¿Exportamos moda?
Durante los últimos años, especialmente luego de la crisis financiera mundial de 2008, la industria de las confecciones sufrió retrocesos que no se han podido revertir con facilidad, particularmente con respecto al mercado norteamericano. Por ejemplo, los envíos en 2009 a dicho país alcanzaron US$ 604.8 millones y diez años después solo US$ 623.7 millones, es decir, un tímido crecimiento de 3.13 %. Y esto se debió no solo a una menor demanda, sino también a cambios estructurales de la industria en general.
Esta nueva realidad ha traído consigo una serie de retos, como la aceleración de las variaciones cíclicas de la moda y del sector de confecciones en su conjunto, lo cual ha forzado a los minoristas y distribuidores en el mercado norteamericano a modificar sus estrategias de provisión y ventas. Esa nueva forma de hacer las cosas se manifiesta claramente en el segmento de tiendas o cadenas de tiendas de “fast fashion”, o “moda rápida”, como H&M o Forever 21, en comparación con los grandes almacenes, debido esencialmente a su gran capacidad de recuperación sobre el nivel de sus ventas.
La nueva dinámica de hacer negocios ha generado modificaciones en la cadena de proveeduría. Hoy, la industria exige a sus proveedores volúmenes más pequeños, más diseño en las prendas, rotación más frecuente de éstos, capacidad de respuesta rápida, precios competitivos, entre otros. Siendo Estados Unidos por lejos el principal destino de nuestras exportaciones de confecciones, las empresas peruanas deberían tomar en cuenta muy seriamente las actuales reglas de juego, especialmente considerando que nos hemos posicionado como un país proveedor de servicios de manufactura.
Sin embargo, se torna fundamental promover de forma más agresiva el desarrollo de la industria de la moda para la exportación con el fin de contrarrestar la competencia de los países asiáticos enfocados en la provisión de servicios, que hoy vienen teniendo dificultades debido a la guerra comercial entre EE.UU. y China. Para ser exitosos y sobrevivir, ya no es suficiente competir con los servicios de manufactura, sino con innovación, y la moda es precisamente la mejor expresión de la creatividad y representación del valor agregado.