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Familia peruana

Fecha Publicación: 17/05/2019 - 21:50
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La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó en 1993 que cada año, el día 15 de mayo, se celebre en el mundo el Día Internacional de la Familia. La fecha que casi pasó inadvertida entre nosotros, tuvo el propósito inicial de promover un mejor conocimiento de esta célula básica de nuestra sociedad y de los procesos económico-sociales que puedan afectarla en los distintos escenarios en cada país, de modo que las sociedades puedan tomar conciencia acerca de su importancia como núcleo básico de desarrollo en sus lugares de origen.

En el país existe muy poca investigación sobre la familia peruana y los registros estadísticos con que contamos tienen que ver más con los hogares que presentan otras características y tienen naturaleza distinta. Sabemos que hogares y familia no son lo mismo, ya que un hogar puede albergar a varias familias y, verbigracia, una familia puede habitar más de un hogar. Son escasos también los estudios realizados en el mundo académico, sobre este específico núcleo social. Uno de ellos pertenece al investigador Rolando Arellano, cuyo libro sobre estilos de vida de la familia nos ha permitido un mejor acercamiento a las actitudes y tendencias de sus integrantes en la actualidad a la luz de los cambios registrados en el país.

El Día Internacional de la Familia es motivo, en muchos países, para poner de relieve aquellos aspectos que tienen que ver con el crecimiento de la familia y también con su significado en los procesos de desarrollo. En este contexto se organizan charlas, talleres, conferencias, se activan programas a través de medios masivos de comunicación a fin de poner en valor cultural no solo el concepto de familia, sino todo cuanto ella significa en la vida misma de sus componentes. Solo en nuestro país, la desidia nuestra y, particularmente, de las autoridades competentes, cuyas políticas públicas deberían ser activadas, permite que la fecha pase inadvertida en la sociedad, con grave riesgo en la toma de conciencia sobre el tema.

Es cierto que el país camina en otras urgencias y que los temas mediáticos y de corrupción han terminado por capturar no solo todos los espacios de los medios de información, sino los focos de interés de la ciudadanía en general, que es lo más grave. Y las autoridades giran en torno de ellos. Sin embargo, no debemos dejar de llamar la atención sobre una realidad que es muy importante para la vida sana del país como es la familia. Claro que al paso de los años el mismo concepto de familia ha ido cambiando y mutando generacionalmente. Los jóvenes de hoy no piensan lo mismo y no ven a la familia como sí lo hacemos todavía los mayores.

Dice Arellano: “Hay una transformación y es radical. Antes uno decía que una familia era de clase o nivel socioeconómico A, B, C, D o E de acuerdo con lo que hacía el padre. A lo que había estudiado o a lo que se dedicaba. Pero eso ya no tiene cabida ahora. El crecimiento económico ha permitido que todas las personas que la conforman sean hoy muy independientes y distintas una de la otra”, lo cual tuvo mucho que ver también con los cambios y las adaptaciones a las que se vieron obligados los migrantes al producirse las grandes oleadas a partir de mediados del siglo XX.

El concepto de familia, por ejemplo, para los nuevos provincianos sufrió cambios. Ya no era la familia ampliada, integrada por padres, hijos, hermanos, tíos, tías, abuelos al que estaban acostumbrados en sus lugares de origen. Ahora veía reducirse a solo el núcleo familiar integrado por padres e hijos y, en la mayoría de los casos, se veían a sí solos, porque el impacto de la urbe así los obligaba a cambiar. Las brechas son, ahora, mayores. Hay más libertad e independencia entre sus miembros. A ello se agrega el nuevo rol de liderazgo que ha ido tomando la mujer en la familia. Esta nueva realidad exige renovadas respuestas y nuevas políticas públicas para su mejor atención.