¡Fascismo!
“Prove me wrong” decía el banner que adornaba el estrado donde este último 10 de septiembre fue asesinado de un disparo en la garganta Charlie Kirk, uno de los más jóvenes activistas conservadores de Estados Unidos. Fue en una universidad, la de Utah, mientras disertaba al aire libre con los alumnos. Hasta ahora se desconoce quién fue el asesino.
“Pruébame que estoy equivocado” es una poderosa frase para cualquier universidad donde, precisamente, se discuten ideas y no se arreglan las diferencias conceptuales, ideológicas y políticas a balazos, menos aún con el asesinato del polemista. Eso lo hacen los fascistas. Aquellos que no quieren escuchar lo que el otro tiene que decir porque contradice sus convicciones cimentadas en columnas de barro. Porque así son los fascistas. Así operan. Con violencia cuando sus “principios”, que dan por sentados como si fueran indiscutibles por ser casi revelaciones, con las que arman toda su cháchara woke, progresista o caviar, según las latitudes del concepto que en realidad es el mismo.
Estos postfascistas disfrazados con los oropeles del progreso humano empiezan de más a menos. Su primer disfuerzo para no discutir lo que los contradice por el sentido común es: “no voy a validar tu discurso con una respuesta”. Y así, punto final a cualquier discusión.
Cuando esto ya deja de funcionar porque sus quimeras son cada vez más estrambóticas (que los niños puedan decidir manipular sus cuerpos para decidir si quieren parecerse a un hombre o a una mujer sin el consentimiento de sus padres, por ejemplo), recurrieron a la praxis de la “cancelación”. Simplemente los fascistas hacen como si no existieras. Dejan de seguirte en las redes sociales o te bloquean o dejan de dirigirte la palabra.
Me ha pasado con varios “amigos” de la universidad con los que éramos uña y mugre pero que vinieron de Estados Unidos, luego de maestrías y doctorados, con ideas preconcebidas sobre las que no se podía discutir. Una amiga y su pareja me eliminaron de Facebook en el 2016 sin explicación. Mucho tiempo después me la encontré en la calle y me llamó como si no hubiera pasado nada, pero me dijo que no me vaya a molestar por haberme eliminado del Facebook porque ella y su esposo lo hacían por su “bienestar espiritual”. Fascistas e hipócritas, además.
Luego vinieron las agresiones en las propias universidades contra ponentes que consideraban “reaccionarios”. Simplemente optaron por “cancelar” el evento con base en consignas. Sucedió en San Marcos hace poco con un conferencista con el que seguramente les iba a poner el sentido común por delante y decirles sus cuatro verdades.
Cuando ya nada de esto da resultado, los fascistas empiezan a matar. Es lo que sucedió este miércoles en la universidad de Utah, un centro donde se deben discutir ideas, pero se prefiere acallarlas a balazos. Charlie Kirk tenía solo 31 años. Y en su corta pero fructífera vida probó que no estaba equivocado, como desafiaba su banner en el que fuera su última tribuna. Tuvieron que matarlo de una bala en la garganta para callarlo.
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