Feliz 28 de julio

Escribo estas líneas precisamente el Día de la Patria, al margen de que se publiquen después. Lo hago por la certidumbre que nace de mi origen, nacimiento, formación y convicción. Soy peruano por los cuatro costados, lo cual no significa menospreciar a los demás países, y menos a nuestros vecinos. Entre otras razones, porque mi esposa es boliviana de origen, pero también peruana por matrimonio.
Creo en la fraternidad de las naciones del mundo, en especial del continente americano, de sur a norte y viceversa. Este engloba, entre otros componentes, a Hispanoamérica o Iberoamérica, que los franceses denominaron “latina” por su origen común en la cultura occidental, derivada del antiguo Imperio romano.
Sin embargo, también existe la América anglosajona, cuyo máximo exponente está representado por los Estados Unidos de América, desde la frontera con Canadá hasta el río Grande y el golfo de México, que baña la costa occidental de la Florida. Este se extiende desde el océano Atlántico hasta el Pacífico, territorio que todos identificamos perfectamente.
Al pensar en nuestro aniversario nacional, no puedo menos que recordar las palabras del general don José de San Martín en la Plaza de Armas, el 28 de julio de 1821. En mi memoria, ellas dicen: “El Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y la justicia de su causa que Dios defiende”. Bella y breve proclama que resume nuestro destino nacional, basado en el alma de sus habitantes, quienes se identifican con la idea de lo justo y con la creencia en el espíritu divino. Esto nos consagra como un pueblo religioso, sin perjuicio de respetar la libertad de conciencia y de culto, conforme a nuestra Constitución.
El pasado de nuestra patria se remonta a las primeras culturas que surgieron en la costa y la sierra, forjadas al pie de los Andes, y que también llegaron a sus cimas habitables. Machu Picchu y Choquequirao son algunos de sus exponentes, como también lo son Chan Chan y Caral, en las tierras bajas cercanas al mar.
El Perú es un país diverso, complejo y múltiple. Debemos recordar que su nombre se deriva de la conquista española, como lo sostiene Raúl Porras Barrenechea en su afamado libro, editado póstumamente en 1968. Los incas, a su vez, nos legaron el impulso de avanzar hacia la Amazonía, cuyo gran río fue recorrido por Francisco de Orellana en una expedición que partió del Cusco, pasó por Quito y descendió por el Napo hasta su desembocadura atlántica, en lo que hoy es Brasil.
El Perú es uno y trino a la vez. Como el misterio de la Santísima Trinidad, no debe quedarse en la memoria histórica, sino proyectarse hacia su destino: el de una nación soberana, con un pasado virreinal y un presente republicano, expresado en sus doce constituciones, incluida la vigente de 1993, que se modificará nuevamente el 28 de julio de 2026.
¡¡¡Viva el Perú!!!

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