Feroz ataque contra el Congreso

¡El cargamontón que venimos presenciando contra el Congreso no es casual! Se planteó, esta vez, presentándolo como malversador de los dineros públicos. Por una parte, difundiendo la contratación de un sobrevaluado servicio de catering para ofrecerles un buffet a los legisladores los días en que realizan las sesiones del Pleno; de otro lado, por el alquiler de terrenos adyacentes al local del Legislativo a fin de convertirlos en playa de estacionamiento para los padres de la patria; y, por último, por reemplazar el alfombrado del palacio congresal. Un menú muy apetitoso de imputaciones, suficiente para empachar a la opinión pública y llevarla al paroxismo, a efectos de desacreditar al cenáculo más claro e importante que tiene todo sistema democrático en el mundo. Hablamos pues de un muy bien ensamblado espectáculo -fabricado a la medida del momento en que el ciudadano pasa por un trance de extrema crispación- con el propósito de soliviantar aún más a la gente, presentándole muestras repelentes de lo que no debería ser un poder Legislativo. Fue este el fin visible de una destructiva campaña periodística iniciada muy probablemente con buenas intenciones. Sin embargo, ha sido distorsionada de manera miserable por intereses bastardos, cuyo objeto es desnaturalizar la imagen del Parlamento por motivos exógenos al que aparentan hacerlo. Es, a final de cuentas, un remedo perfeccionado de las tradicionales campañas creadas para desfigurar al llamado primer poder del Estado, presentándolo como suerte de ente corrompido, inútil y fastuoso, que alberga a un batallón de politicastros vividores del Presupuesto Nacional. Con la diferencia que, en este caso, comprobamos un componente adicional en la motivación del blitzkrieg contra el Congreso de la República. Un acicate más bien capcioso, pero sumamente corrosivo, que lleva impreso el clásico sello de la intrigante camaradería caviar.

A lo largo de las últimas tres semanas, otra era la circunstancia que alteraba el momento político nacional. ¡Cuando, repentinamente, hizo crisis esta carga de profundidad contra el Parlamento Nacional! Antes de ello, primaba el affaire del sinvergüenza mexicano AMLO dedicado en una feroz campaña de desprestigio al Perú y a su gobierno. Y a la vez, en la necia maniobra de las izquierdas de la región para revindicar a quien está acusado de golpista y corrupto por el poder Legislativo y por la Fiscalía de la Nación del Perú. Nos referimos al reo Pedro Castillo, ahora ya denunciado ante el poder Judicial por perpetrar un golpe de Estado, y por el contenido de las setenta carpetas fiscales que detallan los ene crímenes que lo convierten en un despreciable corrupto. ¡Pero, por ahora, a los caviares no les interesa ni AMLO ni Castillo! Su lucha frontal es por conseguir prensa para tener presencia en un imaginario escenario pre electoral, como el que persisten en consolidar presionando a nuestro debilitado poder Legislativo. ¡Es este el principal objeto al que se abocan en este momento! Electoralmente hablando, en tanto más desprestigio cargue el Parlamento –y el escándalo del buffet resulta pesadísimo- más probabilidades habrá para que los caviares se posicionen mejor.

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