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¿Forjando ciudadanos de bien o pioneritos?

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Fecha Publicación: 10/05/2023 - 22:50
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La historia nos ha demostrado que un país que quiera ser considerado como tal y tener presencia internacional y respeto soberano de los demás, debe forjar a sus ciudadanos con una fuerte concepción política, visión económica, calidad tecnológica, formación científica, creatividad, respeto a la propiedad pública y privada, libertades para crecer y desarrollarse individual, familiar y socialmente, tener la garantía de orden y seguridad tanto en lo personal como patrimonial, entre otros, pero, esencialmente, dentro de una concepción de unidad comunitaria forjada por la probable diversidad cultural y étnica que haga surgir la Nación como el núcleo básico del Estado de Derecho, evitando la mala costumbre de muchos países que en el pasado exterminaron a razas minoritarias para alcanzar su unidad nacional con base en una etnia y cultura en particular.

Desde las culturas primitivas, las antiguas, la alta y parte de la baja Edad Media, solo la nobleza tenía derecho a la educación para asumir las artes, la tecnología, la política y el poder en general, teniendo a la población llamada plebeya, solo como mano de obra comunal, siervos en las tierras del noble y soldados en sus ejércitos. Los plebeyos no tenían derecho a saber leer ni escribir, solo a cumplir los mandatos del poderoso.

La Iglesia hacía lo que podía, pero fue asumiendo el control de centros educativos, en los cuales iba formando la mentalidad de los niños hijos de los nobles con el conocimiento existente explicado bajo la perspectiva religiosa, según la religión que profesara tal o cual comunidad.

El esclavismo asumió este método y las sucesivas revoluciones industriales o tecnológicas encontraron un campo propicio para la explotación de los más pobres que no tuvieron educación alguna.

Muchos resaltan la creación de grandes universidades en el mundo, pero no dicen que a ellas no llegaba la plebe sino solo la nobleza, la burguesía o los que podían pagar sus altos costos.

Cuando se produce la protesta de Lutero y éste recibe el apoyo de poderosos príncipes germanos, se comenzó a predicar conforme al texto de la Biblia y no conforme a la tradición religiosa, lo que exigía poner el Libro Sagrado a disposición de todos, surgiendo la necesidad de traducción al idioma del pueblo y a la educación de éste, apareciendo la educación pública a cargo del Estado como derecho de todos y la educación privada para los que podían pagarla.

En el Perú se necesita una gran revolución educativa para forjar una gran nación en un Estado Democrático de Derecho que retroalimente armónicamente la riqueza pública con la individual en un escenario de igualdad de oportunidades.

Sin embargo, la guerra ideológica desatada por la fracasada izquierda ultra, absolutamente totalitaria, ha convertido la educación en un botín para formar pioneritos al mejor estilo del Vraem con la absoluta pasividad de gobiernos endebles y sin rumbo.

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