¡Formalicemos la minería informal!
La avanzada violentista de los mineros ilegales mantiene jaqueado el centro de la capital, a la vez que innumerables carreteras. El Centro de Lima es un permanente caos, debido a que manifestantes de este gremio no cesan de provocar disturbios y enfrentamientos con la Policía Nacional, lo que obliga a las autoridades a cerrar gran parte del Damero de Pizarro y arterias vitales para la circulación vehicular, como la avenida Abancay. Esto provoca la paralización de buses y micros; como resultado, se ralentizan las actividades comerciales en perjuicio de los medianos, pequeños y microempresarios, así como de la población.
Los manifestantes desbordan la seguridad pública y mantienen jaqueadas dependencias públicas como el Congreso, superando las vallas de contención instaladas por la Policía y generando tensión, lo que, finalmente, motiva el uso de bombas de gas lacrimógeno por la Policía para dispersar a los antisociales, perjudicando a innumerables ciudadanos, a su vez que afectando a comerciantes que diariamente pierden ingresos porque sus negocios están sitiados por una turba de los mal llamados “mineros informales” —en rigor, “mineros ilegales”— que protestan en rechazo del predictamen de la Ley de la Minería Artesanal y de Pequeña Escala (MAPE) emitido por la Comisión de Energía y Minas. Ellos demandan que el gobierno prolongue el Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo), un mecanismo provisional aprobado para regularizar la actividad de los llamados “pequeños mineros”, dispositivo cuyos efectos concluirán el 31 de diciembre de este año.
¡Hay soluciones viables! Pero faltan altas dosis de voluntad política y reforma institucional. La minería informal genera el caos desde la deforestación, el uso de mercurio, el trabajo infantil, la prostitución, la violencia consolidada en zonas como Madre de Dios, etc. Y esto implica una amenaza socioeconómica que se desborda cada hora. Entonces, ¿por qué no identificar zonas donde la minería informal pueda ser permitida, bajo condiciones técnicas y medioambientales? ¡Porque nuestra burocracia, así como nuestros malos políticos, viven de la multiplicación de esos “n” trámites que existen para este gremio! Más bien, el Estado debe apoyar al minero informal en su proceso de formalización, monitoreando estrictamente las zonas donde operaría esta actividad una vez formalizada; fiscalizando eficientemente vía mecanismos modernos y trámites simplificados tanto para esta actividad como para los compradores de mineral —sin trazabilidad—, vía gestiones inteligentes para que, por ejemplo, el oro, ya legal, pueda ser comercializado. Otra probabilidad sería crear zonas donde los mineros informales puedan operar bajo reglas claras, con respaldo técnico y ambiental, y una estricta fiscalización por los múltiples entes estatales.
Existen, pues, mecanismos para formalizar a este gremio, actualmente sensacionalizado por el extremismo. Necesitamos solucionarle los problemas a quienes laboran en este sacrificado sector, y no facilitarles a aquellos politicastros de izquierda, quienes se llenan los bolsillos viviendo de la minería informal, como ocurre con tantos gremios instrumentalizados por la politiquería socialista. ¡Es momento de que nuestro país prescinda de la mañosería barata que promueven las izquierdas, engañando al trabajador, prometiéndole arreglar sus problemas vía aquel comunismo totalitario que ya vimos fracasar estrepitosamente en nuestro país!
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