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¡Fujimori libre!... El día después

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Fecha Publicación: 05/12/2023 - 21:50
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Si Fuerza Popular interpreta adecuadamente la escena política contemporánea, esa que la mayoría ve únicamente como un catastrófico escenario de crisis simultáneas, podría convertir este momento histórico en una oportunidad –sin precedentes– para convertirse en una alternativa viable y hacerse con la presidencia en la futura contienda electoral.

¡Vamos por partes! La cultura política peruana requiere un fuerte liderazgo carismático (uno que genere simpatía en la población, ya sea por entusiasmo o por resignación), así como una narrativa que cautive al elector con un sueño que tenga un final feliz.

La presidencia de Castillo representó un pacto con grupos conservadores y radicales de derecha e izquierda y un mundo ilegal que pone a Fuerza Popular en un justo medio, que hoy le permite diferenciarse del gobierno de turno y de los opositores maximalistas que apuestan por la ley del más bruto y del más fuerte.

La libertad de Alberto Fujimori –sea momentánea o permanente– es una oportunidad para que Fuerza Popular reconstruya su narrativa política y electoral. Así como en los años 90 construyó una narrativa fundacional frente al terror de Sendero Luminoso y de la partidocracia en decadencia del momento, hoy podría hacer lo mismo frente a las fuerzas ilegales y la partidocracia actual, que se debate en enfrentamientos confusos que solo promueven desorden institucional.

Si Fuerza Popular cultiva una candidatura carismática, que no necesariamente debe girar en torno a Keiko Fujimori, y es capaz de relatar una nueva narrativa política donde la informalidad económica y política tomen el control de la reconstrucción nacional, fundando una nueva formalidad que represente a la mayoría de los peruanos emprendedores, sin duda tendría ventajas competitivas sobre sus contendores más cercanos. El otro que podría sacar ventaja de esa narrativa es Alianza por el Progreso.

Los últimos sondeos de opinión revelan que un 70% de peruanos votaría por un candidato distinto que no represente a la partidocracia de hoy, incapaz de encontrar salidas institucionales frente al desorden que hoy nos gobierna. Si Fuerza Popular o Alianza por el Progreso son capaces de reconstruir esos lazos emocionales con el elector, tomando distancia del gobierno de turno y de sus aliados conservadores y radicales, cambiarían enfrentando con inteligencia el mundo ilegal sin morir en el intento, y cambiarían considerablemente el escenario político y electoral.

¿Será capaz Fuerza Popular de construir una nueva narrativa que le permita iniciar la contienda electoral con ventajas sobre su histórico enemigo en el imaginario colectivo? El antifujimorismo, venido a menos por su desastre gubernamental los últimos 20 años, podría ser finalmente derrotado por un neofujimorismo, pero solo si es capaz de proponer un discurso disruptivo que garantice la convivencia social que requiere el país. ¿Hacemos apuestas?

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