Fujimori sí, Fujimori no
El reciente anuncio de Alberto Fujimori de afiliarse a Fuerza Popular es un tremendo respaldo a su hija Keiko y fortalece al partido que ella fundó para darle continuidad al fujimorismo. Los fujimoristas lo celebramos porque su decisión acaba con los malintencionados rumores de sus adversarios políticos que, pretendiendo dividirnos, especulaban que el expresidente formaría su propio partido.
Los grupos radicales, ante una eventual postulación de Fujimori –no anunciada– ya muestran preocupación argumentando que el expresidente, a pesar de su indulto, estaría impedido de participar. Su estrategia conocida es vetar adversarios o promover el voto “anti”, en vez de lograr el respaldo necesario para ganar una elección.
El ciudadano Alberto Fujimori, al formalizar su inscripción en el partido fujimorista, hace uso de su derecho a participar en política, para elegir e intentar ser elegido.
Los que sufrimos la convulsionada década de los ochenta no podemos ser mezquinos en no reconocer que Fujimori levantó y pacificó un país tomado por la subversión y económicamente quebrado.
Ante la mediocridad mostrada por los últimos gobiernos ¿quién podría no estar de acuerdo que Fujimori, a su edad, tiene las credenciales, experiencia y pericia para conformar una plancha presidencial o encabezar una lista al Senado? Finalmente, será su decisión postular y de la militancia de Fuerza Popular en respaldar a su líder histórico dándole la oportunidad de intentarlo.
Quienes lo critican, olvidan que elegir es una atribución exclusiva de los ciudadanos que con su voto lo decidirían. No debemos permitir que sus opositores, entre pasiones y odios, con leguleyadas hagan perversas interpretaciones para impedirlo.
La campaña del 2026 ya toma fuerza y debería preocuparnos que cerca de cuarenta agrupaciones políticas participarían en este proceso electoral. Es previsible que tendremos un Congreso fragmentado en muchas bancadas que dificultarán el logro de consensos.
Los peruanos hoy confiamos menos y renegamos más de quienes, con indiferencia y negligencia, elegimos en los últimos procesos electorales. Lamentablemente, gente improvisada es presentada por los partidos y su pobre desempeño ha contribuido en pauperizar la percepción de la clase política.
Ojalá los líderes de los partidos que creen en un Perú con futuro, mostraran desprendimiento y buena voluntad para construir sólidas alianzas junto a otras agrupaciones afines, para conformar con sus mejores cuadros, planchas presidenciales y listas de candidatos al Congreso que, ante tantas buenas opciones, nos enfrenten al “terrible” dilema de no saber a cuál mejor elegir.
Si no lo hacen, seguiremos viendo facinerosos personajes que, apenas elegidos, se coluden para lograr una perversa mayoría que cambia e impone leyes, legaliza lo ilegal e impulsa la informalidad. Ellos son los grandes responsables del caos y desorden que gobierna nuestro país.
El Perú requiere la participación de más políticos como Alberto Fujimori.
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