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Fujimorismo y el sector Educación

Fecha Publicación: 16/09/2024 - 21:40
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Los funerales de Estado del expresidente Alberto Fujimori nos han permitido conocer de primera mano el testimonio de innumerables peruanos que, llegados desde lugares alejados del territorio nacional, rindieron homenaje al hombre que cambió sus vidas con decisiones sencillas como construir un colegio, una pista, una posta médica o liberar una universidad pública de las garras del terrorismo genocida.
Hombres y mujeres sencillos del Perú reconocen así al estadista que asumió las riendas del país en el peor momento de su historia, tomó decisiones dramáticas con efectos positivos que aún benefician a millones. Cometió graves errores, sí, pero también logró la paz con el Ecuador y ratificó con mano de hierro el principio universal de los países civilizados: con el terrorismo jamás se negocia.
En materia de educación, recordemos que entre 1990 y 2000 implementó una serie de reformas y proyectos que tuvieron un impacto significativo a pesar de haber sido, algunas, amplia e injustamente criticadas. Las reformas estructurales a la educación pública se enfocaron en la descentralización y en fortalecer el rol del Estado para mejorar el acceso y garantizar la calidad educativa.
El gobierno de Fujimori promovió una mayor autonomía en la administración de los recursos en las escuelas, con el objetivo de mejorar la gestión local. Se alcanzaron resultados mixtos, porque muchas instituciones educativas carecían de la capacidad administrativa para gestionar adecuadamente los recursos.
Sin embargo, lo que más recordamos es la construcción de infraestructura educativa a lo largo y ancho del país. Un esfuerzo masivo y sin precedentes para dotar de colegios, aulas y material educativo a todo el país, especialmente en las zonas rurales.
En 1996 se promulgó una ley que reestructuraba el sistema educativo, con el objetivo de modernizar la enseñanza. Se incluyeron cambios en los planes de estudio, la evaluación de los docentes y un enfoque más técnico en las materias impartidas. Lamentablemente, la resistencia sindical y la pobre formación docente, sumada al creciente desprestigio del magisterio por la penetración senderista, frustraron este proyecto.
Un tema grabado en la memoria colectiva es la implementación, en la década de los años 90, de programas de becas y alimentación escolar dirigidos a estudiantes de bajos recursos. Estos programas buscaban garantizar que los estudiantes en situación de pobreza extrema continuaran sus estudios. No olvidemos también que el presidente Fujimori fortaleció el programa del Vaso de Leche, creado por el alcalde Alfonso Barrantes Lingán.
A pesar del esfuerzo realizado entre 1990 y 2000 para mejorar la educación en el Perú, el enfrentamiento con movimientos de izquierda extrema y su política de mano dura contra el terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA generaron una profunda polarización en el ámbito educativo. Fujimori truncó los planes de la ultraizquierda para capturar el aparato estatal mediante la infiltración en sectores clave, como el educativo, donde los sindicatos de maestros jugaban un papel fundamental.
El Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (Sutep), el gremio mayoritario de los docentes, empezó a ser penetrado por ideologías cercanas al senderismo. La relación entre el gobierno de Fujimori y los sindicatos de maestros fue tensa desde el inicio. El Estado tomó medidas drásticas para mantener el control sobre el sistema educativo, limitó el poder de los gremios en decisiones de política educativa, y eso fue capitalizado por los grupos de izquierda y sectores radicales dentro del magisterio. En ese contexto, fue debilitado cualquier intento de implementar reformas profundas.
El senderismo genocida, derrotado militarmente sin atenuantes, halló en los sindicatos de maestros un espacio desde donde recomponerse, reciclarse, camuflarse y empezar a sumarse a una estrategia que tuvo como plan máximo lograr una amnistía general para los terroristas. La cara de esa estrategia fue el Movadef. Fueron derrotados nuevamente. Pero en el 2021, con la complicidad de la izquierda radical, progresistas y neomarxistas, pusieron en la Casa de Pizarro a uno de ellos: Pedro Castillo Terrones.
Los esfuerzos del gobierno de Fujimori en el ámbito educativo fueron significativos en términos de infraestructura y de promoción del acceso a la educación, pero fueron saboteados por el conflicto ideológico con los sindicatos de maestros radicalizados. Este conflicto, más que un problema de recursos o gestión, fue un obstáculo político que terminó arruinando cualquier posibilidad de implementar mejoras sostenibles en nuestro sistema educativo. Pero no ha sido borrado de la memoria de los más pobres del Perú.

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