“Gallina que come huevo...”
“Reconozco haber cometido errores y voy a enmendarlos.” Ese al menos fue el acuse de recibo de Pedro Castillo en diciembre 2021, superada la advertencia que recibió del Pueblo, a través de su representante, el Parlamento, con motivo de la primera moción para vacarlo. Desde luego el oficialismo –y esa pandilla de alcahuetes de “partidos” dizque democráticos (Acción Popular, Alianza para el Progreso, Podemos, etc.) que deberían ejercer su rol opositor- se rasgaban las vestiduras lisonjeando “la honestidad” de quien ahora es su legendario maestro, luz y guía, Pedro Castillo Terrones. “El ha reconocido sus errores”, proclamaban a los cuatro vientos, “y promete revertirlos”.
¡Disparates de altísimo calibre! Como haber designado a una veintena de indeseables como ministros –desde prontuariados por asesinato, maltrato a la mujer, robo, etc., además de camaradas del movadef –simpatizantes de sendero- y un “guerrillero” castrista, entre tantísimas otras joyas que, sucesivamente, van desfilando por sus gabinetes ministeriales. Es evidente que hay excepciones. Una de ellas Óscar Graham, ministro de Economía y profesional serio, muy bien reputado. Aunque también está ese antro de Sarratea, con gente de mala laya, estratégicamente montado para trapichear favores y/o ejecutar negociados entre amiguetes suyos y el Estado que él representa. Su lista de “errores” es extensa, y no viene al caso repetirla porque el ciudadano la conoce al dedillo.
Sin embargo, desde aquel mea culpa -ocurrido en diciembre 2021- a hoy, las cosas no cambiaron un ápice. Castillo siguió designando a atorrantes como ministros y llenando la alta administración del Estado de sujetos tan mal preparados como él para gestionar la nación. Todos ellos pletóricos de antecedentes penales, policiales o lo que fuere. Es decir, aquella “disculpa” fue una engañifa más a la población. ¡Y a otra cosa mariposa! Castillo continuó desatendiendo el huaico de problemas que enfrenta el Perú, algunos heredados de regímenes izquierdistas –aunque no extremistas ni senderistas como el suyo- ejemplo Humala, Vizcarra o Sagasti. Aunque él produjo muchos más, derivados de su incapacidad y la de sus correligionarios colocados en las reparticiones públicas, por carecer de reflejos para establecer estrategias de contención frente a la convulsión que soporta el planeta entero, tanto en materia económica como por enfrentamientos bélicos.
Como reza el refrán, “Gallina que come huevo…”. Castillo pareciera ser químicamente impuro y humanamente incorregible. Aflora en él la trampa; le impulsa el chanchullo; y pesa más, para su ahora pletórico ego, rodearse de gente mediocre y de mal vivir. No puede relacionarse bien con individuos mejor preparados que él. Ya sea porque les ve políticamente sospechosos, socialmente enemigos; por algún otro complejo, y/o por resentimiento social. No comprende –no quiere entender- que liberándose de aquellas taras podría alcanzar cotas de superación personal que le permitirían descifrar mejor la misión que tiene como gobernante y, consecuentemente, atender la responsabilidad que asumió hace ocho meses.
Castillo se cree triunfador por haber superado las mociones de vacancia. Nada de eso. Su equilibrismo jamás superará a la realidad. Y su comunismo enfermizo le conducirá al desastre. Igual que a 32 millones de peruanos.
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