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General Arriola: enorme desafío institucional…

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Fecha Publicación: 01/10/2025 - 22:50
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Conocí al general Arriola cuando se desempeñaba como jefe de la Dircote, y como todo oficial que pasaba por ese cargo, siempre mostraba dotes de liderazgo y capacidad funcional que le generaban un gran respeto institucional, razones por las cuales nadie puede sostener que se trate de un oficial que llega al cargo de comandante general de la PNP de manera improvisada.
En su asunción al cargo de comandante general ha prometido realizar un profundo saneamiento institucional, un potenciamiento de los cuadros operativos contra el crimen organizado y la recuperación, por parte de la policía, de la confianza y respeto ciudadanos.
La tarea le resultará ardua al nuevo comandante general de la PNP, primero, porque la confianza ciudadana en la institución se halla sumamente deteriorada y, en muchos casos, acudir a las comisarías en ciertos días y horas, para mucha gente, es un riesgo de sufrir cualquier tipo de arbitrariedad, pues, al igual que en muchísimas entidades públicas, la corrupción y el abuso de poder han ido penetrando en la médula funcional de muchos policías.
Aquí no se trata de generalizar tal estado de cosas metiendo a todos los policías en el mismo costal, pero, cuando la mayoría actúa decentemente y con altas calidades funcionales, no se percibe el premio que la meritocracia debe proveer, pues la población considera que están cumpliendo su deber; sin embargo, basta que un pequeño grupo de policías tenga la costumbre de maltratar, pedir cupos, enredarse delictivamente con el crimen organizado y dejar de ser un símbolo de protección y seguridad, para que toda la población señale, no a los policías corruptos, sino a toda la policía en general.
Hemos escuchado decir al general Arriola que va a potenciar las tareas de inteligencia para combatir el crimen; sin embargo, creemos nuestro deber recordarle que el crimen se halla tanto afuera como adentro de la institución, razón por la cual, inteligencia sin contrainteligencia con igual peso, no garantiza nada.
Por otro lado, se tiene que encontrar una solución jurídica y funcional para no ver más a policías dubitativos con delincuentes que, armados con piedras, palos, arma blanca y hasta armas de fuego, los agreden hasta el ridículo, a pesar de contar cada efectivo con su respectiva arma de fuego. Todos sabemos lo que debe pasarle a cualquier malandrín que se enfrente a un policía esgrimiendo cualquier objeto como arma contundente.
Tampoco es admisible el tuteo entre efectivos policiales de cualquier rango con los delincuentes, porque la autoridad siempre debe guardar su nivel y no entrar en diálogos que muestran confianzas indebidas, las que después generarán muchas dudas en la población.
El general Arriola y su comando no pueden permitir la obesidad policial. Ver a tanto policía gordo que no puede correr y menos reducir a cualquier malandrín, más aún cuando muestran falta de habilidades marciales. El descuido en la presentación personal es una imperdonable falta de disciplina funcional.
Le deseamos al general Arriola el mayor de los éxitos.

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