Gobernar en modo “ridículo”
Se cumplió un año desde que el primer vicepresidente de la República, Martín Vizcarra Cornejo (MVC) asumió el cargo de presidente de la República ante la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
El aniversario, en propiedad, no es el primero pues antes de asumir la condición de mandatario MVC tuvo activo rol en la etapa de gobierno a cargo de PPK. En efecto, MVC no solo se encargó del despacho presidencial con ocasión de diversos viajes al exterior realizados por PPK, sino que se desempeñó como ministro de Transportes y Comunicaciones, un ministerio particularmente importante dadas las materias a su cargo y la envergadura económica de ellas, y como embajador del Perú en Canadá.
Según suele suceder, el aniversario invita a hacer y a que se haga una reflexión o balance sobre la gestión cumplida. Penosamente, solo para tener en cuenta los doce meses transcurridos desde marzo de 2018, el balance no resulta en modo alguno halagüeño. No solo se han acrecentado los problemas que se esperaba serían reducidos –si no solucionados–, como es el caso de la inseguridad ciudadana, la desnutrición y anemia infantil, la deserción escolar, sino que se ha perdido competitividad como país y se han dejado sin resolver problemas urgentes como la reconstrucción de las zonas devastadas hace dos años por el fenómeno del Niño Costero. Todo ello, en un contexto en que el presupuesto público cuenta con recursos significativos para realizar las tareas.
Peor aún, MVC ha andado de tumbo en tumbo, no solo generando innecesaria confrontación con el Congreso, sino distrayendo y dilapidando más de una centena de millones de soles en propiciar un referéndum para una reforma política que no era de aplicación a corto plazo y a la que, incluso, como es el caso de la bicameralidad, le quitó apoyo pese a haberla propuesto y a que nada menos que sus ministros de Justicia y de la presidencia del Consejo de Ministros, ambos congresistas, habían respaldado con su voto. Indujo, en un escenario de absoluta ausencia de debate, a que la ciudadanía la rechazara, para que tres meses después pretenda volver a plantearla, eso sí a través de una comisión utilitaria.
Perpetró un inoportuno desaire a la inauguración del mandato del presidente del Brasil, en su afán por defender a dos fiscales de tercer y segundo nivel, y un desafortunado, también por inoportuno, viaje a Europa.
Por lo señalado, estamos ante un modo de gobernar escaso, corto, de poca estimación y de poco aprecio, en suma, en español oficial, “ridículo”.